La historia no siempre es atractiva pero es indispensable para poder comprender el presente y meditar sobre el futuro. Los seres humanos son proclives a identificar los sucesos que han servido para construir sus entornos y algunos son aficionados en grado sumo a los eslabones de la genealogía e identifican sus ancestros hasta líneas muy antiguas. Para la mayoría de las personas no es posible ese conocimiento, en muchas oportunidades sólo les interesa hasta sus bisabuelos.
Sin embargo, los descubrimientos de aquello que es común en el diario discurrir es más atractivo. Por ejemplo, ante lo modernos sistemas de comunicación, el aparato del italiano Antonio Meucci no deja de ser una antigüedad que merece ser reconocida al pensar que cuando llegó al uso frecuente se constituyó en un apoyo que transformó radicalmente la vida rural y urbana pero ante todo hizo redujo las distancias lo que sólo era posible en grado menor mediante la utilización de los correos humanos y algunos animales mensajeros.
Todas las ciencias y sus divisiones con sus variadas subdivisiones tienen sus historias. No se entiende como un profesional no conoce la evolución de al menos los más elementales desarrollos de lo que hoy enuncia o practica y de lo cual deriva su subsistencia.
Las ciencias de la salud tienen abundantes elementos para construir sus historias que salen de la nada, sólo del ingenio de personas privilegiadas por condiciones innatas o por experiencia o por ejercicio mental, hasta contar en la actualidad con una simple y franca realidad que parecía imposible unos pocos años atrás.
La historia de la medicina cuenta del hallazgo en la sepultura de Shanidar IV, un ancestro que vivió hace 62.000 años, una planta que se utilizó para controlar el sangrado y evitar la sudoración profusa. Hoy, cotidianamente miles de millones de personas utilizan productos vegetales sin procesar Substancias como el alcohol, 10.000 años antes de Cristo, ha sido el medicamento más antiguo y de mayor consumo en el orbe. Actualmente, la terapéutica dispone de un arsenal que abarca insumos y conceptos que parecen extraídos de historias mágicas.
Pensadores y escritores médicos y no médicos, han hecho predicciones sobre el futuro del ser humano, casi nada se ha escapado a sus deducciones críticas de los procesos, en camino a sus proyecciones.
Actualmente, puede decirse que llegará el momento, si la especie no desaparece o tiene que atravesar por un cataclismo que compromete a miles de millones de personas, de la utilización de los más avanzados, hoy todavía ni siquiera soñados, aparatos tecnológicos al servicio del ser humano o en caso de enfrentamientos para destrucción individual o masiva, controlada o sin control.
Algunos recuerdan la película: El viaje Fantástico, 1966, que describe como científicos son reducidos a tamaño nanométrico e inyectados dentro de una especie de submarino un ser humano enfermo, reparan las lesiones, regresan y vuelven a ser redimensionados al tamaño normal. Isaac Asimov la recrea en Viaje Alucinante.
Bernard Ben Feringa de la Universidad de Groningen en Holanda, Jean Pierre Sauvage de la Universidad de Estrasburgo en Francia y Fraser Stoddart de la universidad norteamericana Northwestern, ganaron el premio Nobel de Química en el 2016, por el trabajo con máquinas moleculares, las más pequeñas del mundo, miden algunos nanómetros, millonésimas partes de un milímetro.
Al comparar la tecnología es necesario retrotraerse a 6.500 a.C, cuando se describe la primera trepanación o a los elementos de sutura a base de lino o tendones de animales utilizados 3.000 a.C. La distancia es enorme pero cada día será más corta para las nuevas investigaciones y sus aplicaciones en la medicina y otras ciencias.
Las nuevas `máquinas necesitarán de varios desarrollos complementarios y ahora vendrán las primeras descripciones de las aplicaciones para las enfermedades de los humanos, por ahora se les ha designado como nanorobot, porque pueden ser utilizadas en la reparación de tejidos-cirugía- o en la aplicación de substancias, como antitumorales, directamente en las células lesionadas o simplemente llevar antibióticos al sitio en donde se hallen los microorganismos.
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