En sus correrías, a Obmar se le ocurrió ubicar un chiringuito, allende los mares, en donde pudiera vender algunas bebidas, servir de sitio de descanso temporal y aprovechar para dialogar con los parroquianos que se acercan al pequeño lugar que cada día se hace más popular pero con buen tino decidió que no lo iba a ampliar, al fin y al cabo él es un trashumante.

En cambio, alargó el horario de apertura y atiende diariamente de trece a catorce horas, con lo que atrae a más transeúntes, quienes poco a poco repiten sus visitas y se convierten en sus clientes cotidianos.

Ahora, que ha regresado quiere repetir el ensayo de otros lares y ha instalado su chiringuito en donde hace lo mismo que allá. Bebidas, visitantes y parloteo sin límites de tema, tiempo y contertulio. Un buen centro para que verdades y chismes se entrecrucen y en donde lo verídico sale transformado y el embuste sale con una película de certeza.

Al final del día nadie sabe a ciencia cierta qué es creíble y qué no. Obmar sale indemne de tantas afirmaciones o negaciones, él ya está curtido con las habladurías de quienes desean entablar una conversación generalmente de distracción aunque algunos con sus lenguas mordaces también son admitidos, todos expelen frases al mejor estilo de una escopeta de regadera.

Con lo que allí se dice o se escucha, podrían hacerse los mejores libretos de programas y columnas para quienes están ávidos de conocer y sentir de las gracias y desgracias de los semejantes, sin la más mínima expresión de compasión por los sucesos conocidos, narrados y ambientados al ritmo de actores estelares.

Obmar ya conoce a todos los clientes y los llama por su nombre y jamás por su apellido, costumbre militar que ha permeado feamente a los civiles. Al final de un día reciente, Obmar se sentó en su mesa y alrededor de un verdadero café, no una agüita con una pizca de cafeína, hizo un recuento de lo oído:

Juan, tiene la idea de que el discurso de posesión del señor Presidente de la República debió tener otras connotaciones en un país urgido de conocer los mecanismos para lograr las metas en los enunciados principales. ¡Obmar medio palideció! ¿Será trabajo de ministros?

Antonio, le ripostó que en lo de las 400.000 becas para estudios universitarios tenía indicios de tema populachero. Eso iría en favor de la verdadera gratuidad de la educación superior estatal. ¿Hasta cuándo el país va a esperar darle a los mejores, sin ser elitistas ni medrosos, todas las posibilidades para estudiar? ¡El concepto de educación gratuita no es solo la matrícula!

María, se preocupa por la representación femenina en el nuevo grupo de ministros y altos dignatarios del gobierno nacional. Platicó inconteniblemente sobre las ministras y viceministras anteriores. La apoyaron y la controvirtieron, según las iba nombrando. ¡Un ministerio, por favor!

Eduardo, dijo que no se había vuelto a conocer nada sobre la famosa organización Alma Máter, cuyo director fue sancionado, lo mismo sucedió con la entidad, pero siguen adelante otros procesos. Todos en silencio. ¿Dónde estarán los miembros de la Junta de Dirección, quienes aprobaron o ignoraron los millonarios contratos?

Cecilia, observó sobre las ejecutorias del nuevo rector de la Universidad de Caldas y José fue enfático en decir que se merecía un tiempo prudencial para evaluar su gestión integral. ¡Una buena decisión!

Roberto, volvió a quejarse de los tres meses para una cita con especialista en su Empresa Promotora de Salud y se preguntaba: ¿En dónde está el Sistema luego de la ley marco? En lo de siempre, mientras no haya una reforma estructural y sin intermediarios mercaderes. ¿Será pedir mucho?

Beatriz, estaba pensativa al vaivén floral: ¡Aeropalestina: Si, no, si, no! Y, así interminable mientras sorbía un jugo. Aquí no es posible aplicar el mandato absurdo de: ¡Cada día trae su afán!

Yolanda, luego de un rato largo expresó: ¿Tanto ha cambiado la Industria Licorera de Caldas en tan pocos días?

Nota: El Hospital o Clínica Universitaria no es cuestión de gustos.