En todos los procesos de educación se impone siempre la necesidad de tener docentes de excelsa calidad. Esta cualificación no se obtiene mediante títulos sino por las acciones que desarrolla, reiterado por el sacerdote Luis Felipe Gómez, y el ejemplo que emana para convertirse en Maestro. Profesores hay por miles, maestros por decenas. Rafael Álvarez Cordero, editor de la revista de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México ha escrito el editorial sobre la enseñanza de la medicina: El Maestro y la nube.
Se han seleccionado apartes del documento que es válido para la educación integral en todas las disciplinas, para distinguirla de la sola instrucción, el pecado capital de la actualidad.
"Para ti, estudiante de la Facultad leer el libro The Healing Hand, de Guido Majno, puede ser una aventura sorprendente, porque ahí están documentados los conocimientos médicos de cada época y la forma como han sido transmitidos de los maestros a los siempre ávidos alumnos.
…en Mesopotamia, 3.000 años antes de nuestra era, los sumerios dejaron huella de conocimientos médicos y la forma de transmitirlos en tablillas de barro, desde una pequeña escrita en sumerio hacia el año 2100 a.C., hasta el famoso código de Hammurabi (1700 a.C.), que detalla con escritura cuneiforme, enfermedades y heridas, y cómo se trataban…
Una tablilla en especial muestra a Hesy-Re, un médico egipcio (2600 a de C.), con todos sus instrumentos de trabajo. Rodeada de la magia, la medicina egipcia incluía textos sagrados, poemas y encantamientos para curar los males.
En Grecia, el Iatrós aparece por primera vez en la Ilíada de Homero. Iatrós, literalmente el que extrae las flechas, era el hombre que tenía la capacidad de curar las heridas más frecuentes ocasionadas por esa arma. En ese tiempo, en los numerosos escritos hipocráticos, aparecen términos que ahora utilizamos, como artritis, reuma, crisis, asma, tétano y otros… y los discípulos de Hipócrates aprenden del maestro y sus libros.
Y a través de los siglos, aún en las épocas más oscuras de la Edad Media, los médicos de todas las latitudes tuvieron siempre alumnos a los que enseñaban teniéndolos a su lado mientras atendían a los enfermos, o con dibujos o láminas ilustrativas; la explosión del conocimiento surgió junto con la imprenta, y el libro, antes tesoro invaluable porque no se podía copiar…
Hoy hay gran facilidad para adquirir un libro y contar con la información que complementa lo que el maestro dice en el salón de clase o al lado del paciente; desde el siglo pasado, muchos grandes maestros de nuestra Facultad escribieron textos valiosos…
Pero la irrupción del Internet cambió el panorama, y de la computadora de mesa se pasó a la laptop, al iPhone y al iPad, con los que una persona puede conseguir prácticamente cualquier información relacionada con la medicina. Imágenes anatómicas, padecimientos, estudios de laboratorio o gabinete, tratamientos, …están a la distancia de un enter cuando se baja la información de la nube, esa entelequia que parece ser un ente de dimensiones incalculables, lleno de información y disponible en todo momento.
Y entonces surgen preguntas para ti, estudiante de medicina: ¿estás seguro de que toda la información que bajas de la nube es correcta?, y si tienes dudas respecto a un tema, ¿recibes las respuestas de alguien verdaderamente calificado?, además, ¿qué dice tu maestro en la clase acerca de la información que obtuviste en el Internet?; porque aunque esa información es en su mayoría confiable y cierta, no siempre lo es, y entonces es cuando resulta fundamental la presencia del maestro al que podamos preguntar con confianza.
La enseñanza de la medicina ha recorrido un gran trecho desde los hipocráticos hasta nuestros días, y ahora surge un nuevo maestro, la nube, a la que deberemos acudir con la mente abierta, crítica y razonada, teniendo en mente que ninguna nube podrá sustituir a un buen profesor. Por mi raza hablará el espíritu". La gran sentencia de la universidad méxicana. Lo expresado por el Maestro es absolutamente verídico y motivo de reflexión sin demora.
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