"Más que la legitimidad del rey lo que no entiendo es la legitimidad del príncipe. Es hijo de su padre y punto. El no tiene ninguna legitimidad. El rey tenía legitimidad por lo menos por la transición, que él lideró tras el fin de la dictadura franquista, en 1975. En esos momentos, fue útil. Pero después no".
La anterior es la opinión de Daniel Martín a un reportero de la Agencia EFE el pasado lunes luego de conocerse la abdicación del Rey Juan Carlos I de Borbón y Borbón-Dos Sicilias. Daniel tiene 25 años y dice que no planea esperar otros 40 años para poder elegir al Jefe del Estado Español. Él estudia sociología en la Universidad Complutense de Madrid.
Según cifras de un estudio realizado en el 2011 por el profesor belga de Administración y Finanzas Públicas, Herman Matthijs, el Rey Juan Carlos I tenía un sueldo anual de ¤175 mil 622. Se dice que sobre su soberbia faraónica se recibían algunos de los pagos reales más bajos entre las monarquías europeas, muy a pesar de su renombre y los tantos apellidos que adornan sus nombres.
El periódico ElMundo.es esgrime que el Príncipe Felipe recibía ¤146 mil 376 al año, mientras que la Reina Doña Sofía, la Princesa de Asturias, Letizia Ortiz Rocasolano y las Infantas Elena y Cristina de Borbón se repartían hasta hace poco, entre las cuatro, ¤375 mil euros al año.
Las anteriores cifras no llevan consigo los gastos de representación, misteriosos costes con espectros desconocidos de utilidad. Finalmente el Rey se marcha después de mucho viaticar y supuestamente defender el Estado Español, como ocurrió en el episodio del 23 de febrero de 1981, cuando, según los medios españoles, el Rey Juan Carlos I se ganó fielmente cada centímetro de su trono en medio de una fuerte intentona de golpe de estado.
En aquel Reino de España, con incontables historias de desestabilización política durante el siglo XXI, muchos tantos siguen apegados a una costumbre que desconocen. Hacen reverencias a una familia Real cada vez más llena de farándula y escándalos, como ocurrió hace meses con la Infanta Cristina o con los viajes de caza de elefantes del mismo Rey.
Hay que reconocer, eso sí, la sensatez del Rey. Sabe que ya está viejo, que no debe seguir ocupando tan magno y útil cargo a la espera de que sea la muerte la que resuelva la transición real. Sabe que su hijo, Felipe, es el indicado para seguir sembrando prósperas relaciones con el resto de reinos y naciones.
Puede que sean verdaderas aquellas intenciones de las organizaciones republicanas por establecer un sistema español alejado de las fantasías y la envidiable vida de los Reyes, quienes, por suerte, ya no llevan la corona puesta.
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GreatFire.org, una organización que vigila los intentos de censura de los gobiernos, advirtió que nuevamente los servicios de Google en China han sido deshabilitados. Todo apunta a que es un conato de censura del gobierno chino ante la conmemoración esta semana del vigésimo quinto aniversario de la matanza de la Plaza Tiananmen en Beijing, en 1989.
Insisto: la próxima potencia del mundo —para muchos—, no es más que un paquete chileno que pasa factura justo cuando su historial de brutalidad aparece como un elemento claro de que el fin no justifica los medios. China no será lo que parece mientras quieran ocultar a como dé lugar su pasado de censura y represión.
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