Indudablemente, ‘pro-’ es un prefijo que les da a los términos a los que se une diversos significados, por ejemplo, ‘pronombre’ (en lugar del nombre); ‘prólogo’ (antes o delante de); ‘propulsor’ (impulso o movimiento hacia adelante); ‘proclamar’ (publicación); ‘proscribir’ (prohibición). Pero es también sustantivo, empleado como tal únicamente en los siguientes casos: "un hombre de pro" (hombre de bien, cumplidor de sus obligaciones); "el pro y el contra" - "los pros y los contras" (los argumentos a favor o en contra de algo); "en pro de" (a favor de o en beneficio de); y, desusado, "de buena pro", expresión que se empleaba para saludar y desear ‘buen provecho’ a quien estaba comiendo o bebiendo. Finalmente, se desempeña como una preposición, que equivale a ‘en favor de’, por ejemplo, "¿dará resultados positivos la campaña pro Centro Histórico de Manizales?" Con este oficio gramatical la emplearon la columnista Cecilia López Montaño en su recomendación, y Alejandro Samper Arango en su información, respectivamente: "Crecimiento no propobre, sino de los pobres hacia arriba" (El Tiempo, "¿Por fin equidad?", 17/8/2014); "Y una actriz gringa se echó un balde de leche materna encima para promover una campaña prolactancia" (LA PATRIA, 30/8/2014). Pero en ellas le dieron la naturaleza de ‘prefijo’, equivocadamente, claro está, pues la pegaron de sus complementos, ‘pobre’ y ‘lactancia’. La señora López Montaño debió escribir: "Crecimiento, no pro pobre, sino…"; y el columnista manizaleño, así: "…promover una campaña pro lactancia…". La preposición ‘pro’ nunca se le debe pegar al nombre que hace las veces de su complemento.
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‘Ideologizar, ideologizado-a, ideologización’ son, puede decirse, neologismos, pues llegaron al diccionario de la Academia de la Lengua apenas en su edición del 2001 (vigésima segunda). ‘Ideologizar’ es, dice la fuente, "imbuir una determinada ideología", término que significa "doctrina filosófica centrada en el estudio del origen de las ideas". Un ejemplo justo de ‘ideologizar’ podría ser, hechas algunas salvedades, ‘lavar el cerebro’, operación que consiste en eliminar de la ‘víctima’ todas sus ideas y embutirle otras por diversos medios, como el engaño, el miedo, la persuasión, la educación restringida y delimitada, etc. Leí por primera vez el término en el artículo de María Teresa Bernal, mal empleado, sin lugar a dudas, ya que esto es lo que dice: "El tratamiento con las víctimas no puede ser ideologizado" (El Tiempo, 17/8/2014). Para mí es inexplicable por qué estos dislates hacen carrera. Estoy convencido de que ella y quienes emplean así este verbo lo hacen porque lo leyeron u oyeron en alguna parte y les pareció que ellos podían también echar mano de él, sin detenerse a analizar su significado, desechando el verbo ‘idealizar’, el apropiado en la frase de la columnista, con la siguiente acepción: "Ver, presentar o representarse las cosas como perfectas o mejores de lo que son en realidad" (María Moliner). Esta tendencia -el uso de ‘ideologizar’ por ‘idealizar’- apenas está empezando. ¡Ojalá desaparezca antes de que siga haciendo más daño!
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Sigifredo López, el único de los diputados del Valle secuestrados por los criminales de las Farc que salió con vida del infierno en que estuvo durante largos años, en su escrito se pregunta quién es el otro con el que se debe comunicar el ofendido para perdonar: "¿La sociedad que también resultó afectada por los crímenes y es conculcada a refrendar acuerdos y perdones en muchas ocasiones hechos a su espaldas? (LA PATRIA, 21/8/2014). No hago hincapié aquí en el fondo de su pregunta -inquietante, sin duda- sino en el uso en ella del verbo ‘conculcar’, que, francamente, nada tiene que hacer ahí. Es muy posible que lo hubiese confundido con ‘obligar’, verbo que sí encaja en el contexto. ‘Conculcar’, en efecto, es pisotear ("hollar algo con los pies") y, figuradamente, "quebrantar una ley, obligación o principio". Tiene también como sinónimos ‘atropellar, vulnerar, oprimir, despreciar’, ninguno de los cuales expresa lo que el señor López quiso decir, que fue, precisamente, ‘obligar’ o ‘constreñir’, así: "…obligada a refrendar acuerdos y perdones en muchas ocasiones hechos a sus espaldas". Y en secreto, lejos de Colombia y sin ningún afán.
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‘Tratarse de’: giro verbal pronominal e impersonal, fácil de utilizar, pero con frecuencia mal tratado, puntualmente, cuando le ponen sujeto, por ejemplo, si alguien dice "la paz se trata de…", en lugar de, sencilla y fácilmente, "la paz es esto…" o "la paz consiste en…". En un editorial de LA PATRIA, dedicado al asesinato de Luis Carlos Galán, que aún no ha sido desovillado suficientemente, tropecé con otra forma de maltrato de este verbo impersonal, pues su redactor, inexplicablemente, lo empleó en plural, número, en este caso, cacofónico y equivocado. Esto escribió: "…al punto de que los primeros sindicados tuvieron que ser declarados inocentes, cuatro años después al descubrirse que sólo se trataron de chivos expiatorios" (20/8/2014). El verbo ‘ser’, en lugar de ‘tratarse de’, le habría evitado al editorialista este gazapatón, así: "…al descubrir que sólo fueron chivos expiatorios"; o, con el verbo víctima, "…que sólo se trató de chivos expiatorios". ¿Por qué algunos redactores se esfuerzan por hacer difícil lo fácil y complicado lo simple? A preguntárselo al mono de la pila.
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