En Colombia, a mediados del siglo pasado, se hablaba mucho de conservatismo y liberalismo, y, si mal no recuerdo, de laureanismo y gaitanismo. Hoy, esos ‘-ismos’ son incontables: sólo en Caldas se habla y se escribe todos los días de ‘santismo, uribismo, zuluaguismo, sierrismo, barquismo, yepismo’ y hasta de ‘lizcanismo’. El país debe de estar plagado de estos nombres con la desinencia ‘-ismo’, que sirve para "formar sustantivos que suelen significar doctrinas, escuelas, sistemas y movimientos". Se utiliza también para construir términos científicos, verbigracia, ‘leísmo’. Éste, un solecismo poco frecuente entre nosotros, se presenta cuando se emplea ‘le’ (complemento indirecto del pronombre personal de tercera persona) en lugar de ‘lo’ (complemento directo del mismo pronombre). Encontré ejemplos, muchos, de esta corruptela gramatical en la columna dominical del presbítero Rubén Darío García en LA PATRIA (27/4/2014): "…no es porque le odies", "sino porque le amas", "le está amando", y "le está preparando para la vida". En estas cuatro muestras, el pronombre personal es el acusativo (complemento directo) de la oración, razón por la cual debe ser sustituido por ‘lo’, como lo hizo (¡aplausos!) en la siguiente frase: "…sometiéndolo a la muerte". No estoy seguro, pero me parece que, por referirse a los hijos de ambos géneros, y como está perniciosamente influenciado por el traicionero lenguaje incluyente -hijos (as)-, pensó que el pronombre ‘le’ lo sacaría del atolladero, pronombre que sí utilizó bien en los siguientes ejemplos: "Cuando le dices", "porque le llegará", ya que en éstas sí es complemento indirecto (dativo). El análisis gramatical, padre, es el mejor auxiliar en estas coyunturas; y una reflexión sesuda le dirá que el ‘lenguaje incluyente’ -"O de cáncer, o asfixiado (a), o ahogado(a)" (4/5/2014) -no es más que un embeleco de feministas despistados.
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La persona que transcribe las llamadas de los usuarios de Línea Directa hizo quedar mal a Don Cecilio en la siguiente copia: "Confesionario es el que confiesa alguna doctrina y confesionario es el mueble donde se hacen las confesiones…" (LA PATRIA, 26/4/2014). Don Cecilio pretendió hacer hincapié en la diferencia que la Iglesia hace entre ‘confesionario’ y ‘confesonario’, término este último que no aparece en la transcripción citada. Los dos términos son sinónimos, provenientes del participio pasado activo ‘confessus’ (de ‘confiteri’ = ‘confesar’, ‘declarar’) a través del latín decadente ‘confessare’ (‘confesar’). A pesar de esto, como anoté, la Iglesia prefiere llamar ‘confesonario’ al "recinto aislado dentro del cual se coloca el sacerdote para las confesiones sacramentales". La Academia de la Lengua, autora de la definición anterior, da la siguiente de ‘confesionario’: "(De confesión). m. confesonario. // 2 Tratado o discurso en que se dan reglas para saber confesar y confesarse". El diccionario de María Moliner, ¡cómo no!, concuerda con el de la Academia, y ambos le dan a ‘confesonario’ un sinónimo, ‘confesorio’, término que me recuerda los de ‘consultorio, dormitorio, refectorio’. Según todo lo anterior, a Don Cecilio se le desafinaron las cuerdas del rabel en su definición de ‘confesionario’, porque ésa es la de ‘confesional’ ("perteneciente o relativo a una confesión religiosa"). En resumen, ‘confesionario’ y ‘confesonario’ son términos que expresan la misma idea; que la Iglesia llame ‘confesonario’ al ‘confesorio’ son otros catorce pesos. Nota: Hasta comienzos del siglo pasado se le daba a ‘confesional’, como única acepción, la misma de ‘confesionario’ (El Diccionario, decimocuarta edición, 1914).
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Y al señor John Harold Giraldo Herrera, en su comentario sobre la película Delirio, se le desafinó toda la banda en la siguiente oración: "…pero todo se vuelve un esperpento, cuando es la burla y el saqueo las puntas de lanza en la vida cotidiana" (LA PATRIA, Delirio sin ton ni son, 25/4/2014). El verbo de la oración, lo sabemos desde el bachillerato, concuerda en número con el sujeto: si éste es plural, el verbo tiene que serlo también. En la frase citada, el sujeto es ‘la burla y el saqueo’, que, por componerse de dos sustantivos, es plural; el verbo, entonces, tiene que ser plural, ‘son’, así: "…cuando son la burla y el saqueo las puntas de lanza…". Elemental.
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‘Juramentar’ es "tomarle a alguien juramento". Un redactor de "Iglesia sin fronteras" garrapateó: "Michelle Bachelet juramentó a su segundo mandato por los próximos 4 años" (No. 375). La expresión correcta en esta circunstancia es "jurar su segundo mandato", juramento que la compromete a cumplir todas las obligaciones inherentes a ese cargo. Son expresiones parecidas ‘jurar la bandera’ y ‘jurar la constitución’: con el primer juramento, los soldados recién ingresados al ejército se comprometen a guardar fidelidad a la bandera que defienden; con el segundo, el gobernante recién elegido se obliga a ser fiel a la constitución del país que lo eligió. Nota: El verbo ‘juramentar’ puede ser también pronominal, ‘juramentarse’, cuando es uno mismo el que se toma el juramento, pero es más común este uso cuando son varias las personas que ‘se juramentan’, por ejemplo, cuando los miembros de alguna sociedad se comprometen mutuamente a cumplir con las disposiciones propias de dicha sociedad.
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