El verbo ‘recuperar’ es transitivo, por ejemplo, en estas oraciones: "Fulano de tal recuperó su buen nombre"; y "el comerciante recuperó la plata perdida". Pero hay cosas irrecuperables, entre ellas, las ‘humillaciones’, que no se pueden recuperar, como no se puede ‘recuperar el efecto de un garrotazo’. El editorialista del periódico de Caldas redactó lo siguiente: "Esto que no era del todo cierto sirvió (…) para que Alemania se rearmara y tratara de recuperar la humillación y el terreno perdido en la Primera Guerra" (LA PATRIA, editorial, 28/7/2014). El terreno perdido, señor, sí se puede recuperar, pero no la humillación. ‘Recuperar’, en efecto, es "volver a tener lo que se ha perdido". Ahora bien, si el confundido redactor hubiese acudido a la forma pronominal del mismo verbo, otro gallo le habría cantado, porque ‘recuperarse’, además de "volver en sí", quiere decir lo siguiente: "Dicho de una persona o cosa: Volver a un estado de normalidad después de haber pasado por una situación difícil", verbigracia, "recuperarse de una humillación" o "de los efectos de un garrotazo". Las ‘humillaciones’ también se pueden vengar, pero no es lo aconsejable, pues este hecho podría convertirse en una cadena sin fin de agresiones y de efectos impredecibles.
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Confundido también, muy confundido, se vio al doctor Jorge Raad Aljure en su artículo sobre las conductas anticívicas de los ciudadanos, cuando redactó de este modo: "…avasallamiento del turno en determinados semáforos en vías arterias…" (LA PATRIA, 29/7/2014). En esta frase, el columnista confunde ‘avasallamiento’ con ‘irrespeto’. ‘Avasallamiento’ es la acción y el efecto de ‘avasallar’, que significa "hacer obedecer a alguien contra su voluntad, por la fuerza y contra la razón". Sinónimos suyos son, entre otros, ‘dominar, esclavizar, sojuzgar, someter, rendir, humillar, tiranizar’, acciones que sólo se pueden ejercer contra los animales, especialmente los racionales. Para expresar la idea del columnista puede usarse también el verbo ‘atropellar’, con su significado de "derribar o empujar violentamente a alguien para abrirse paso", es decir, ocupando el puesto de otro contra su voluntad, como ocurre con frecuencia en todas aquellas instituciones en las que hay que hacer las insufribles filas, llamadas coloquialmente ‘colas’. Para el efecto, sirve también el verbo ‘violar’. Para evitar estas confusiones, hay que analizar, acudir a los diccionarios o, en últimas, a un asesor de redacción.
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El doctor Jaime Alzate Palacios ha sufrido siempre del ‘miedo al dequeísmo’, tan gravemente, que en él se puede llamar ‘terronera’. Lo demuestra esta frase: "…para que podamos presionar a los padres de la patria para que con el poder que han sido investidos…" (LA PATRIA, 26/7/2014). En esta construcción no hay ninguna posibilidad de caer en el ‘dequeísmo’, puesto que éste sólo se presenta cuando el régimen verbal no pide la preposición ‘de’, verbigracia, "anunció de que…", en lugar de "anunció que". En la frase del columnista es indispensable el uso de la preposición ‘de’ para su complemento, así: "…con el poder de que (o del que o del cual) han sido investidos". Sin la preposición, la partícula ‘que’ está tan desubicada ahí como los perros en misa. Es frecuente la omisión de las preposiciones necesarias en determinadas construcciones gramaticales, por ejemplo, en ésta, del comentarista de cine John Harold Giraldo Herrera: "El debate sobre lo que implica que un producto se le otorgue la demarcación es simple…" (LA PATRIA, 30/7/2014). Obviamente, en ella falta la preposición ‘a’ antes de ‘un producto’, su complemento. La construcción correcta es: "…que implica que a un producto se le otorgue". Elemental.
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Nunca ha dejado de sorprenderme la capacidad de redactores y periodistas de inventar terminachos y giros absurdos y, más aún, su aceptación indiscriminada. ¿Cómo es posible que a un ‘petardo’ ("tubo lleno de pólvora o de otro material explosivo") se le llame ‘panfletaria’? ¿No me cree? Lea, entonces, este titular de El Tiempo: "Eln habría detonado las 4 ‘panfletarias’" (30/7/2014). Y en el texto dice, y, seguro, no se pusieron colorados al escribirlo: "Se trató de petardos o panfletarias que al detonar arrojaron mensajes publicitarios del grupo ilegal Eln". Y más adelante informa: "Una de las papas ‘panfletarias’ que estalló ayer…". ‘Panfletaria’ es el femenino del adjetivo ‘panfletario’, que quiere decir "estilo propio de los panfletos". Nada más. Así como decimos, con propiedad, ‘carro bomba’ o ‘caballo bomba’, ¿por qué no llamar a estos artefactos explosivos ‘petardos panfleto’, ya que, además de causar daño, su objetivo es dejar propaganda subversiva? O, mejor, informar como se debe, así, por ejemplo: "Se trató de petardos que al detonar arrojaron mensajes del Eln". ¿Quiénes inventan estos terminachos? ¿Serán los "periodistas… Periodistas" de Vicky Dávila? Quizás, porque el día anterior a la publicación de El Tiempo en RCN Radio ya hablaban de los ‘petardos panfletarios’ ("5 noticias y un clic"). ¡Qué petardos! Nota: En esta exclamación, el término de marras -sustantivo, que admite femenino- quiere decir "persona o cosa pesada, aburrida o fastidiosa; persona incompetente en su cometido; cosa de mala calidad". Además de las anotadas, ‘petardo’ tiene esta otra acepción: "Estafa, engaño, petición de algo con ánimo de no devolverlo". De aquí, ‘petardear’.
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