Titular -¡enorme!- de primera página de LA PATRIA: "JALONAN JUNTOS POR CALDAS" (1/4/2014). Estoy convencido de que ni las cuentas de una camándula son suficientes para contar las veces en que he anotado la diferencia que hay entre los verbos ‘jalonar’ y ‘halar’ (‘jalar’, porque aspiramos la ‘hache’, no por otra circunstancia). La idea que expresa el verbo ‘jalonar’ no tiene cabida en el llamativo titular, de ninguna manera. No son sinónimos ‘halar’ y ‘jalonar’. Nota: Lo único que no había dicho antes es que la ‘jota’ de ‘jalonar’ no se puede cambiar por la ‘hache’ de ‘halar’.
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Han sido también muchas las veces en las cuales he apuntado que el verbo ‘trasegar’ no posee la acepción que le quieren dar quienes lo emplean. No tiene, por tanto, ni objeto ni efectividad repetir su significado. Hoy vuelvo a él, porque el doctor Fernando Londoño Hoyos echó mano de ‘trasiego’, "acción y efecto de trasegar", en la siguiente información: "Según estimados oficiales, ese trasiego montaba cerca de trescientas toneladas anuales del alcaloide…" (LA PATRIA, 1/4/2014). Trataba en su artículo el columnista del espléndido y no correspondido presente que Juan Manuel Santos le hizo al fallecido comandante venezolano en la persona del narcotraficante Walid Makled, capturado en Colombia, generosidad que acalló para siempre al informado e infortunado mercader. Es necesario acomodarle a la idea que expresa el término ‘trasiego’ una extensión que no tiene para con ella darle el significado de la actividad propia de los que se dedican al negocio de la cocaína y otras sustancias prohibidas. Son sinónimos de ‘trasiego’ ‘trasbordo, ajetreo, trasvase’, ninguno de los cuales es el adecuado para dicha actividad (‘empresa’, ‘negocio’ u ‘operación’), que se realiza mediante la producción y la comercialización del producto, que, en el caso de que se ocupa el columnista, ‘ascendía’ a trescientas toneladas anuales. Además, el doctor Londoño Hoyos emplea con mucha frecuencia el verbo ‘montar’ por ‘elevarse a’ o ‘ascender a’, pero sin la preposición, la cual es necesaria en esa construcción, pues en ella es intransitivo.
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En su artículo sobre el ‘lunfardo’, el señor Fernando García Cuartas presenta un aparte dedicado al ‘refranero lunfardo’, y, entre algunos ejemplos, cita el conocido "a otro perro con ese hueso" (LA PATRIA, 8/4/2014), lo que constituye un anacronismo de siglos, pues Cervantes lo empleó una vez en el Quijote: "-¡A otro perro con ese hueso!- respondió el Ventero-. ¡Como si yo no supiese cuántas son cinco y adónde me aprieta el zapato!" (I, XXXII). ¿Existía en el s. XV el lunfardo?
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El abogado de Natalia Ponce de León (víctima de un crimen horripilante), Abelardo de la Espriella, calificó de ‘deleznable’ la conducta de su verdugo (FM Radio, 7:30 a.m.). Según mi fuente, no es la primera vez que en ese programa caen en tamaña confusión. En castellano tenemos el verbo pronominal ‘deleznarse’ (‘resbalarse’), poco usado, proveniente de ‘des-’ y el adjetivo latino ‘lenis’ (‘suave, dulce, blando, delicado, tranquilo, sosegado -el sueño-, suave –una pendiente-, benévolo’). De ahí ‘deleznable’, del que dice don Manuel Seco: "Este adjetivo significa ‘que se disgrega o deshace fácilmente’, o bien ‘inconsistente’. Se puede hablar, por ejemplo, de una casa construida con materiales deleznables, o de los argumentos deleznables manejados en una discusión. No hay ningún fundamento para usar el adjetivo con el sentido de ´reprobable’ o ‘digno de repulsa’ ". Y el diccionario de María Moliner advierte: "Se usa en ocasiones, erróneamente, con el sentido de ‘reprobable’ ". Sin embargo, ¡oh sorpresa!, el diccionario de la Academia de la Lengua, desde la vigésima segunda edición (2001) le asigna, como primera acepción, la siguiente: "Despreciable, de poco valor". Ésta sí es una pifia de la venerable institución. Es cierto, ¡cómo no!, que ‘despreciable’ es sinónimo de ‘ridículo, insignificante’, y también de ‘infame, innoble, miserable, depravado, aborrecible, malvado’, adjetivos todos que no tienen relación alguna con la idea que representa el término ‘deleznable’. Y es que, además de los citados, el adjetivo ‘despreciable’ tiene más sinónimos, muchos más, suficientes para cualesquier texto y contexto y para todos los gustos. ¡Ojalá en una próxima edición enmiende el desacierto!
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El presidente de los colombianos puede ‘combatir’ el terrorismo, la corrupción, sus pasiones, las tesis de sus adversarios, a los enemigos del país, etc., pero no puede ‘combatir’ por su reelección, como lo escribió el general Álvaro Valencia Tovar: "Atípicas porque por primera vez (…) un presidente en ejercicio del cargo entra a combatir por la reelección inmediata" (El Tiempo, 4/4/2014). Por ella, por su reelección, puede ‘competir’. Ello es que ‘combatir’ significa "atacar, reprimir, refrenar lo que se considera un mal o daño, oponerse a su difusión"; y ‘competir’, "contender entre dos o más personas, aspirando unas y otras con empeño a una misma cosa". Y tampoco puede ‘reelegirse’, como dicen tantos despistados, porque, de poder hacerlo, no tendría necesidad ni de ‘competir’ con nadie ni de ‘combatir’ las propuestas de sus oponentes.
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