Efraim Osorio

Los muchachos se meten en un charco simplemente porque está ahí. Y hay redactores que echan mano de algunas locuciones también porque están ahí, sin importarles sin son adecuadas o no. O si hay que ponerlas en su frase a las bravas. Esta caprichosa operación fue realizada por el editorialista de El Tiempo en dos oportunidades: "La determinación es importante en tanto deja claro que el espíritu de cuerpo que en los últimos años rondó a las cortes empieza a romperse…" (26/6/2014). "Es un hecho que la ley seca ha salvado vidas y en esa medida debe respaldarse…" (27/6/2014). En la primera, la locución ‘en tanto’ (‘mientras’, adverbio de tiempo, o conjunción que implica duración) debió ser reemplazada por la conjunción causal ‘porque’, o por la también conjunción causal ‘pues’, o por las locuciones conjuntivas ‘ya que’, ‘puesto que’ ; y en la segunda, la expresión ‘en la medida’ (‘límite al que llega algo’), por ‘por lo cual’ o por ‘la razón por la cual’. Además, el verbo ‘rondar’ (‘vigilar, patrullar, galantear’) no es el apropiado en ese contexto; debió ser reemplazado por ‘caracterizar’, ‘guiar’, ‘regir’… Si de un virtuoso del violín o del balón se dice que hace ver fácil lo difícil, de estos redactores se puede afirmar que hacen ver difícil lo fácil y complicado lo elemental.
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Recuerdo que en mi niñez la ‘gente grande’ hablaba de las ‘quintas’ de los ricos, situadas fuera del pueblo. Eran casas que se distinguían por sus antejardines, los espacios a su alrededor, sus terrazas y otras características únicas y sobresalientes, como las de Versalles, cuando este barrio manizaleño quedaba "¡tan lejos del Centro!". De acuerdo con los que sí saben de estos asuntos, su nombre, viejo de diez siglos, se debe a la obligación que tenían los colonos de pagarles a los dueños de ciertas fincas de utilidad y recreo la ‘quinta’ parte de los frutos. Hoy se les llama también ‘casas quinta’ o ‘casas de recreo’, especialmente aquellas que los propietarios tienen en el campo para regalarse y ‘temperar’ (colombianismo por "cambiar de clima"). Despachadas estas nociones, vamos al porqué de ellas: LA PATRIA le dedicó una de sus páginas al barrio Versalles. En el pie de foto de primera página se lee: "Así es Versalles, barrio de Manizales adonde se hizo la primera expansión sobre el oriente de la ciudad con casas quintas…" (21/6/2014). Su plural es ‘casas quinta’, o ‘casas quintas’, como en la leyenda citada. En nuestro idioma existen muchos nombres compuestos de dos sustantivos independientes, que se dividen en dos grupos: el primero, en el que el segundo de los elementos componentes caracteriza al primero, pero cuya definición no se le puede dar a éste, como ‘sofá cama’, ‘personaje orquesta’ y ‘hombre rana’, que hacen su plural exclusivamente así: ‘sofás cama’, ‘personajes orquesta’ y ‘hombres rana’. En el segundo grupo están aquellos cuyo plural admite las dos formas, por ejemplo ‘programa piloto’ (‘programas piloto’, ‘programas pilotos’), ‘país satélite’ (‘países satélite’, ‘países satélites’) y ‘casa quinta’ (‘casas quinta’, ‘casas quintas’). En este grupo, la naturaleza del primer elemento no excluye la del segundo. Es, pues, irreprochable el plural del texto anotado; reprochable, sí, el adverbio de lugar escogido, ‘adonde’ (compuesto por la preposición ‘a’ y el adverbio de lugar ‘donde’), ya que éste indica siempre dirección o tendencia -movimiento- ("el lugar adonde nos dirigimos"), de tal modo que en él debió ser sustituido por ‘donde’ o ‘en donde’, adverbios que no implican movimiento. Obvio.
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Titular de un artículo del doctor Ferney Paz Quintero "Las otroras ideas liberales" (Eje XXI, 24/6/2014). ‘Otrora’ (‘en otro tiempo’) es un adverbio, doctor, invariable por ello. Gramaticalmente hablando, las palabras hacen en la oración las veces de ‘sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, preposiciones, conjunciones e interjecciones’. De ellas, unas son variables (sustantivo, adjetivo y verbo); invariables, las demás. Los sustantivos y los adjetivos son variables en género y número; los verbos, en número, tiempo y modo. ¿Las invariables? Pues lo son, es decir, no cambian. Elemental. "Las otrora ideas liberales", doctor, aunque, como se trata de un titular, escueto por demás, habría sido más adecuado un adjetivo calificativo, por ejemplo, "las viejas ideas liberales" o, como para un discurso, "las prístinas ideas liberales". ¿No le parece? Y el señor Olmedo Correa, en su artículo "¡Maravilloso!", empleó el desafortunado adverbio de una manera más descabellada, si posible fuese, en la siguiente oración: "Se dice fácil, pero que complicado es el anfitrión (Brasil) y no cualquier dueño de casa, aclarando que su poderío quedó, en otrora" (LA PATRIA, 30/6/2014). "…aclarando que su poderío quedó atrás" o "quedó en el recuerdo". ‘Otrora’, ‘antaño’ y ‘hogaño’, adverbios de tiempo, no admiten la preposición ‘en’: es como si la tuviesen incorporada. Además: ese monosílabo ‘que’ (el primero), según el contexto, hace las veces de adverbio pronominal exclamativo, que puede ser sustituido por ‘cuán’, por lo que debe llevar tilde: "…pero qué complicado es el anfitrión" o "cuán complicado…". ¡Maravilloso!, nuestro idioma.
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