‘Culpar’ y ‘culpación’ son, respectivamente, el verbo y la acción y efecto del mismo. Pero la propensión actual a alargar innecesariamente las palabras, fenómeno llamado ‘sesquipedalismo’, ha engendrado los términos ‘culpabilizar’ y ‘culpabilización’. El primero aparece asentado por primera vez en la vigésima segunda edición de El Diccionario, aunque ya había sido acogido antes por el de María Moliner; el segundo no está en ninguno de los dos, pero sí en la segunda de las siguientes frases de un artículo de la señora Florence Thomas, la promotora incansable del farragoso, traicionero, inútil y nocivo ‘lenguaje incluyente’: "…este dispositivo condujo a culpabilizar a las mujeres víctimas de violencias sexuales…"; "El estigma y la culpabilización movilizada por los actores armados en Colombia…" (El Tiempo, 8/4/2014). Si el primero es castizo, ¿por qué no el segundo? Lógicamente, tendría que serlo, aunque ni éste ni aquél deberían ser parte del lenguaje culto, pues, siguiendo tal modelo, podríamos hablar de ‘bailabilizar una décima’ y de la ‘bailibilización de un poema’. Y decir ‘palpabilizar’ por ‘palpar’ y ‘palpabilización’ por ‘palpación’. ¡Ni imaginar quiero el desorden que esto produciría en el lenguaje! Otro ejemplo de ‘sesquipedalismo’ lo proporcionó un editorial del periódico caldense: "…para traer la misma fuerza de nuestra comunicación con Dios al necesario relacionamiento con nuestros semejantes" (17/4/2014). ¿Para qué esta larguísima palabra si con ‘relación’ se expresa lo mismo?
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El verbo ‘violar’, del latino ‘violare’ (de ‘vis’ = ‘fuerza’), ‘tratar con violencia, forzar, profanar, infringir’, además de su significado de "tener acceso carnal con alguien en contra de su voluntad o cuando se halla privado de sentido o de discernimiento", tiene el de ‘quebrantar leyes, principios, normas, preceptos, promesas’, etc., mas no el de ‘quebrantar una infracción’, porque ésta, la ‘infracción’, es precisamente el ‘quebrantamiento o violación de una norma’. De aquí la incongruencia del editorialista de LA PATRIA al escribir lo siguiente: "A esto se suma que en tres sitios monitoreados encontraron que se viola más de una infracción por minuto…" (14/4/2014). En esta circunstancia, el verbo apropiado, ¡obvio!, es ‘cometer’, cuyo acepción primaria es la de "caer, incurrir en una culpa, yerro, falta, etc.". Se usa el verbo ‘perpetrar’ cuando se trata de un delito, como el asesinato. Nota: ‘Violar’, de acuerdo con su origen, quiere decir también "profanar un lugar sagrado, ejecutando en él ciertos actos determinados por el derecho canónico", verbigracia, cometer un homicidio dentro de un templo, hecho que deja a este lugar en ‘entredicho’. Con éste queda prohibido celebrar oficios religiosos en el lugar profanando hasta que el entredicho sea levantado por el obispo correspondiente.
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"Entraron dos viejos con sendos rosarios de sonadoras cuentas en las manos" (Cervantes, "Rinconete y Cortadillo"). Quiere decir con ello el inmortal narrador que los viejos traían, cada uno, un rosario. El adjetivo ‘sendos-das’ significa "uno o una para cada cual de dos o más personas o cosas". Otro ejemplo: "Llegaron al mercado del pueblo cuatro peones con sendos racimos de plátano", es decir, que cada uno de los cuatro peones traía un racimo de plátano. Y es un adjetivo que no puede ser reemplazado por ‘ambos-as’ (adjetivo y pronombre), pues éste determina o sustituye solamente a dos personas o cosas. Vale decir que emplear ‘sendos’ por ‘ambos’ es un disparate mayúsculo, cometido, ¡sí, señor!, por Pobreza Parra, colaboradora de El Andino, en su edición No. 276, Pág. 4, en cuyo artículo, refiriéndose al presidente Santos y a Gina Parody, la directora nacional de El Sena, engastó esta perla: "Y ahora sendos están tratando de mejorar la situación laboral de los colombianos". ¡Qué maravilla!
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"Y no nos dejes caer en la tentación…", recitamos automáticamente en el padrenuestro. Esta ‘tentación’, inducida por el maligno, es un deseo irresistible de hacer algo prohibido; pero es también -la ‘tentación’ en general, digo- un antojo, unas ganas de hacer algo, inclusive bueno. Sea de ello lo que fuere, el término ‘tentación’ está mal empleado en la siguiente frase de Luisa María Hurtado: "…pero que la Iglesia quiere enfatizar en los vínculos familiares, como la fraternidad y la solidaridad, que se han perdido por el individualismo, una tentación que sopesa en el mundo actual" (LA PATRIA, Local, 10/4/2014). En lugar de ‘tentación’, creo, debió echar mano de ‘tendencia’ o ‘propensión’. Ahora bien, como la periodista, al hablar de individualismo, se refiere a la pérdida creciente de comunicación en familia por el uso ininterrumpido y egoísta de celulares, tabletas (‘tablillas’, traducción más apropiada del inglés ‘tablet’) y todos estos modernos juguetes electrónicos, ¿no sería mejor, en vez de ‘individualismo’, hablar de ‘incomunicación’ o ‘aislamiento’? Porque puede haber ‘individualismo’ sin falta de comunicación. Y puede haber ‘incomunicación’ y ‘aislamiento’ en medio de una multitud o durante el almuerzo en familia. Y hay más en la desgalichada frase: El verbo ‘sopesar’ significa ‘tantear, balancear’, "examinar con atención los pros y los contras de un asunto", y, evidentemente, no es esto lo que la redactora quiso expresar. Pretendió, quizás, decir ‘pesar’, con el sentido de ‘gravitar, incidir, influir’. Así, la frase entendible sería ésta: "…que se han perdido por la incomunicación, tendencia que incide en el mundo actual". Esto es, ¡claro!, si supe interpretar su pensamiento.
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