En la década de los años sesenta Manizales era catalogada en el contexto nacional como la quinta ciudad del país. Era la capital de un departamento muy importante. A finales de esa década se separaron Quindío y Risaralda. Teníamos empresas como la Chec, las Empresas Públicas de Manizales. Afortunadamente aún conservamos la Industria Licorera de Caldas.
Hoy en día las cosas son a otro precio. La Chec se vendió y ya el departamento posee un pequeño porcentaje de esa empresa. Las Empresas Públicas se liquidaron, la telefónica se vendió y la Industria Licorera está amenazada. El Aguardiente Cristal y el Ron Viejo de Caldas eran reconocidos y consumidos a nivel nacional. En Bogotá, por ejemplo no hace muchos años, solo se veía en los estantes de las tiendas Aguardiente Cristal y en la Costa Atlántica el Ron Viejo competía abiertamente con el Ron Blanco. Eran otras épocas. Todo ha cambiado.
Manizales ya no ocupa el sitial que tenía a nivel nacional. Sin embargo, recientes estudios muestran que es una excelente ciudad para vivir. Hemos perdido tamaño e importancia a nivel nacional pero seguimos siendo una ciudad con una excelente calidad de vida. Eso no deja de ser interesante; sin lugar a dudas es mucho más agradable y tranquilo vivir en una ciudad como Manizales que como Bogotá.
La Industria Licorera está en cuidados intensivos. Atrás quedaron las épocas en que por concepto de utilidades esta empresa le transfería anualmente a la gobernación entre $30.000 millones y $40.000 millones. Hoy si acaso le transfiere $9.000 millones por concepto de las utilidades del año pasado, cifra muy similar a la que está recibiendo el departamento por parte de la Chec por concepto de su participación en esta entidad.
A Bruno Seidel, actual gerente de la empresa, le está tocando bailar con la más fea. A los pocos días de haberse posesionado de la empresa, hizo una presentación a la comunidad del estado real de la industria, en la que mostró la realidad. La Fábrica de Licores de Antioquia se apoderó del mercado nacional del aguardiente. El vino, la cerveza y en general los tragos importados, están entrando con mucha fuerza en el país y lo que se conoce como el monopolio de licores, que es una práctica absurda mediante la cual los productos de las licoreras locales solo pueden entrar a otros departamentos con la autorización del gobernador respectivo, también está contribuyendo a afectar las ventas de las licoreras locales. Las licoreras de Antioquia y Cundinamarca están algo protegidas porque tienen un mercado local muy grande en sus departamentos. A pesar de esto, también están amenazadas.
Con el fin de analizar la realidad financiera de la Licorera de Caldas, se contrató una firma auditora, que después de su respectivo estudio, tomó la decisión de abstenerse de dar un veredicto. De modo que una empresa que no tiene unas cifras contables confiables, que además, está en riesgo de quedar sin seguros porque las aseguradoras nacionales se sienten amenazadas si la aseguran y que el mercado de sus productos está cayendo año a año, es una empresa en crisis y que amerita una revisión y decisiones de solución profundas. Además de mejorar sus ventas, tiene que hacer una reestructuración muy profunda en su interior. Afortunadamente tiene un producto estrella y con una gran imagen a nivel nacional e internacional, que es el Ron Viejo de Caldas. Producto que compite abiertamente con el Ron Zacapa.
Todos los esfuerzos que se hagan con respecto a la promoción de este producto son bienvenidos. El doctor Seidel, funcionario con una alta experiencia y con gran capacidad gerencial, ha hecho el esfuerzo de mostrar la realidad de la empresa y está planteando soluciones radicales. No es una tarea fácil, ni agradable. A nadie le gusta que le digan que una empresa está en serias dificultades y que hay que cambiar urgentemente el rumbo. Bien lo ha dicho el señor Gobernador del departamento, se deben tomar decisiones urgentes y entre ellas inclusive no se descarta la de la liquidación de la Licorera; decisión que debe ser la última que se tome, porque de llegarse a producirse, sería funesto para el departamento y para la ciudad. Nosotros no nos podemos dar el lujo de cerrar la Licorera, no solo por la mala imagen que daríamos, sino también por los empleos que perderíamos y especialmente porque el departamento recibiría todo el pasivo pensional de la empresa, lo que golpearía enorme y gravemente las finanzas de la gobernación.
Ante una situación tan delicada en la que estamos, es muy importante que todos los manizaleños y caldenses seamos conscientes de la realidad de nuestra Industria Licorera y de los riesgos a los que se está enfrentando la empresa, por lo que debemos rodear al señor gobernador y a sus directivos en su labor de rescate de la empresa que en otras épocas era el banco del departamento.
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