En muchos temas considerados hoy fundamentales para la buena formación de las personas y, sobre todo, para abrirles los ojos sobre asuntos cruciales para su seguridad física y moral, se mantuvieron por siglos unos misterios innecesarios y, más que eso peligrosos, para los niños y los jóvenes, ante amenazas que solo la verdad monda y lironda podía enfrentar.
Detrás de esa anacrónica costumbre están la moral judeocristiana y la islámica, especialmente en lo atinente a la sexualidad y al cuerpo humano; y el fanatismo político. Ambos inspirados en una formación errática, tal vez bien intencionada, pero errática, de la que se han derivado muchos males.
El machismo, presente en las dos culturas mencionadas, más que aceptar una cabeza de autoridad en la organización familiar, para formalizar el orden social, creó el sometimiento de la mujer, soportado en la fuerza bruta y en la ignorancia, para garantizar su permanencia. Pero el conocimiento ha sido secularmente un elemento que se filtra como el aire y el agua por cualquier mínimo espacio, lo que ha permitido que muchas mujeres lo asimilen, para que se constituya en soporte de su emancipación. Y la fuerza bruta es débil ante la astucia.
“Parece que fue ayer” que las mujeres tenían que unirse en matrimonio a un candidato escogido por los papás, sin que mediaran el amor y la atracción sexual. Y las mamás la única recomendación que sabían darles a sus hijas era que dejaran que el hombre hiciera con ellas lo que quisiera, cuando se encontraran solos en el tálamo nupcial. En Colombia, parece mentira, apenas en 1953, ¡hace 62 años no más!, las mujeres adquirieron la condición de ciudadanas, y el derecho a elegir y ser elegidas. Y muy poco antes, tal vez en los años 40, ingresaron a las universidades las primeras niñas a cursar carreras como derecho, arquitectura y medicina, especialmente, porque la ingeniería era considerada para machos. Antes, apenas podían acceder a estudiar mecanografía y taquigrafía, secretariado y enfermería.
Uno de los limitantes más imperiosos para las mujeres, contrario a lo que ahora se llama “libre desarrollo de la personalidad”, fue la virginidad, cuya pérdida causó la confinación de muchas niñas a fríos y alejados conventos; peleas entre familias, con ríos de sangre de por medio; y produjo, también, abundante literatura, como la excelente novela de Gabo, “Crónica de una muerte anunciada”.
En cuanto al fanatismo político, que persiste en muchas partes para mal de la humanidad, también está soportado en la ignorancia de los pueblos, materia prima de los políticos profesionales, y solo puede ser superado con la educación y la ética, cuando los electores abran los ojos y les contesten a las seducciones de los políticos: “Sí, métame los dedos a la boca a ver si tengo dientes”.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015