A los nacidos bajo el amparo del muchachito del arco y la flecha, cuyos natalicios se ubican entre noviembre y diciembre, nos atribuyen múltiples virtudes, que no es del caso enumerar por elemental pudor, y también defectos relativos, como el positivismo y el optimismo, que en algunos casos lindan con la ingenuidad. Ojalá los astrónomos no sigan escarbando en las intimidades del cosmos, para descubrir nuevos planetas que descuadren el horóscopo, después de todo lo que han trabajado los astrólogos para ubicar a la gente, señalarle características, asignarle protecciones planetarias y aconsejarle afinidades con los demás, según sus signos zodiacales. Pasaría como con las religiones, que montaron sus dogmas basadas en los conocimientos que se tenían en la Edad Media, y, a medida que se han develado los misterios de la naturaleza, la historia y la ciencia, se les descuadraron muchos de los principios que las fundamentaban. Tuvieron que echar mano, entonces, de la fe, para que los fieles aceptaran las cosas como las dicen los libros sagrados, sin tratar de entenderlas y sin hacer preguntas. Esa figura se conoce como "la fe del carbonero". En el caso del cristianismo, los jerarcas decidieron que el Antiguo Testamento no era dogma de fe, porque sus hermosas y poéticas páginas, además de los principios morales que contienen, narran episodios tan fantasiosos como inverosímiles, que son ajenos a toda lógica. En cambio los Evangelios, que son el ideario de Jesucristo, son tan sabios y prácticos que no admiten discusión, y han resistido inalterables el paso de los siglos. "Amaos los unos a los otros"; "El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra"; "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"… Y los milagros fueron tan patentes, y realizados a la vista de todos, que no queda opción distinta de creer en ellos.
Pero ese no era el tema. Sin prevención ninguna, hay que admitir que la situación de Colombia, en muchos aspectos, es buena. Y que los indicadores favorables permiten aspirar a que los negativos se superen. ¿Cuáles son -por ejemplo- las consecuencias inmediatas de la disminución del desempleo? Pues que se aumentan los recursos para la salud y se fortalecen los fondos de pensiones. Además, se incrementa el consumo, en beneficio del comercio y la industria, lo que, de hecho, genera nuevos empleos. ¿Cuáles son los beneficios de invertir en infraestructura vial? El primero, la generación de empleos, calificados y no. El segundo, el aumento del consumo de materiales, herramientas, maquinaria y otros, lo que favorece a la industria. Después, la eficiencia del transporte, en términos de tiempo y disminución de fletes. Y, también, de ahorro de combustibles y repuestos.
Los anteriores, son una muestra de factores positivos, que los colombianos hemos podido alcanzar. Hay otros que no se alcanzan a analizar en el espacio de una columna periodística, que los bobitos de Sagitario visualizamos y reconocemos, mientras que a los negativos y fatalistas solo se les ocurre decir: "Si, pero…", antes de largar su parrafada de calamidades, sin ninguna propuesta de solución.
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