El proceso de maduración política de los pueblos, ligado necesariamente a su formación intelectual y cultural, dados los contrastes propios de las diferentes formas de ser y de pensar de las personas, se parece a las costuras de Penélope, la abnegada y bella esposa de Ulises, quien lo que hacía de día lo deshacía de noche, porque les había prometido a los “gallinazos” que la asediaban para hacerla su esposa que elegiría uno cuando le diera la última puntada a la prenda en confección. Así dilató la decisión hasta que por fin apareció su marido y los otros que, además de su hermosura pretendían su riqueza, tuvieron que regresar a sus lares con los crespos hechos.
Los cangrejos, por su parte, nunca avanzan porque caminan atravesados, una veces para adelante y otras para atrás, como se baila una melodía, según la canción que la describe: “Un pasito pa’ delante y otro pasito para atrás.”
Algo así sucede con el progreso material de los pueblos, responsabilidad de los gobiernos, como los proyectos de infraestructura y la explotación de recursos no renovables, que son propiedad del Estado, que no camina o anda mal si se maneja con criterio político, por encima de las recomendaciones técnicas y financieras de rigurosa eficiencia, para satisfacer variadas aspiraciones. Como, por ejemplo, el abandono de los Ferrocarriles Nacionales de Colombia, por presión de los Estados Unidos, que veían amenazada su industria automotriz; y de la industria petrolera, por razones obvias. O la construcción y mantenimiento de carreteras a pedazos, para darles a los políticos regionales la oportunidad de escoger los contratistas y así sacar tajada del costo de las obras. Y las concesiones mineras, ligadas desde tiempos de las guerras de la independencia y las subsiguientes civiles a préstamos de agiotistas europeos, recursos que tristemente se malgastaron en armas. De eso no quedaron sino los sonoros apellidos alemanes, ingleses, franceses y otros, que son frecuentes en las regiones mineras y formaron clanes que con el tiempo se consubstanciaron con la nación; y las hermosas mulatas de ojos verdes o azules, que resaltan maravillosamente sobre sus rostros de ébano. Pero “de aquello nada”; es decir, de inversiones productivas que apalancaran el progreso. Y como los políticos actúan con base en que “el que venga atrás que arreé”, nadie calcula qué va a pasar cuando los recursos mineros y energéticos se acaben, si con solo bajar el precio del petróleo se le abrió semejante hueco a las finanzas nacionales que obligó a una reforma tributaria. Y pensar que fue mucho lo que pudo ahorrarse en tiempos de bonanza petrolera, pero la plata se tiró a la jura con regalías que sirvieron para fortalecer electoralmente a los corruptos; y para que se financiaran paramilitares y guerrilleros. Pero ya empezaron a verse los adornos navideños en los centros comerciales y a sonar los villancicos en las emisoras. ¡Viva la fiesta!
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