Cine de hoy
Twitter: @leonardopineda
Estamos viviendo en Manizales una nueva versión del Festival Internacional de Teatro, esta vez con México como país invitado; aquí confluyen actores y espectadores que en un sentimiento común de amor por las tablas disfrutan durante nueve días de una gran variedad de obras que demuestran que el arte teatral sigue vivo, sigue fuerte, sigue creciendo, sigue enamorando. Seminarios, foros y homenajes complementan la programación haciéndola más variada, formativa y entretenida. Pero bueno, esta columna es acerca del séptimo arte, por lo tanto me enfocaré en esa relación artística que se ha dado en muchos momentos en la historia entre el cine y el teatro.
Los realizadores cinematográficos siempre han visto en el teatro un generador innegable de ideas para ser llevadas a la gran pantalla, obviamente se deben realizar adaptaciones para poder hacer la transición, pues los filmes son mucho menos intimistas que la magia del escenario, donde el actor transmite en cada presentación una emoción que nunca será igual; miles de factores determinarán la diferencia, puesto que la obra de teatro se constituye en una emoción real sobre personajes ficticios, emoción que es aportada por el intérprete de cada personaje. A eso se suman las emociones que se generan desde los mismos espectadores y que de alguna manera mágica terminan llegando a los actores, creando esa sinergia maravillosa que no logra darse en las películas por esa ausencia impositiva.
Sin embargo se han dado fantásticas películas desde los principios del cine que antes fueron pensadas y escritas para el teatro, representadas una y otra vez hasta quedar inmortalizadas en el celuloide. Unos buenos ejemplos y que hoy en día se pueden ver fácilmente on line y que presento acá sin ningún orden específico son:
Madame Butterfly (1995) que no debemos confundir con otra muy buena película llamada M. Butterfly (1993).
La gata sobre el tejado de zinc caliente (1958) basada en la obra de Tennessee Williams, con Paul Newman y Elizabeth Taylor.
Orfeo negro (1959) filmada en Río de Janeiro dirigida por Marcel Camus.
Casablanca (1942) basada en la obra teatral Todos vienen al café de Rick, escrita por Murray Burnett y Joan Alison, una de las mejores películas de la historia del cine.
Cyrano de Bergerac (1950) que le valió un Óscar a José Ferrer y de la que luego se haría una versión francesa con Gérard Depardiu en 1990.
La Dama de las Camelias (1937) basada en la obra de Alejandro Dumas (hijo).
Frost/Nixon (2008) basada en la obra de teatro escrita por Peter Morgan.
NO (2012) basada en obra de teatro El plebiscito de Antonio Skármeta, producción chilena nominada al Óscar.
La lista es bastante larga, pero estos son ejemplos dignos de apreciar, al que le sumaría Dogville (2003) dirigida por Lars von Trier y protagonizada por Nicole Kidman, no porque sea una adaptación de una obra de teatro, sino porque es una propuesta totalmente novedosa en cuanto al manejo de la escenografía. Imperdible.
* Muy pronto Cine de Hoy estará en un blog con más espacio, más contenido y mayor interacción para los amantes del cine, donde se encontrará, por ejemplo, las doscientas obras de teatro más importantes llevadas al cine.
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