Sonia Rocío De la Portilla Maya * smaya@umanizales.edu.co
Frecuentemente nos preguntamos ¿por qué somos tan diferentes de nuestros hermanos si nacimos de los mismos padres y fuimos criados en mismo hogar?...El factor biológico y su carga genética hacen su aporte en dichas diferencias, sin embargo, parece no ser este el factor determinante.
Se ha demostrado que la parentalidad, entendida como el conjunto de actividades que realizan padre y madre en el proceso de cuidado, socialización, atención y educación de sus hijos e hijas, ejerce un peso preponderante en el neurodesarrollo, la personalidad y las habilidades cognitivas.
La parentalidad incluye, además, los conocimientos, actitudes y creencias que los padres asumen en relación con la salud, la nutrición, las oportunidades de aprendizaje, el ambiente físico y social de los hijos, las cuales sustentan la forma de satisfacer sus necesidades en razón de los cambios propios del desarrollo evolutivo.
Cada etapa del ciclo vital reclama una adaptación en las formas y contenidos de los aprendizajes transmitidos por el entorno familiar. Los padres, en tanto, también sufren transformaciones y cambios, fruto de la madurez, aprendizaje e influencia del entorno. Seguramente a cada hijo le correspondió unas circunstancias y un estilo de padres diferente al de sus hermanos.
Las funciones cognitivas, motoras y socioemocionales, emergen de la interacción mantenida con los cuidadores durante los primeros años de vida, estimulándose nuevas conexiones neuronales. Así, el marco afectivo recibido tempranamente en el entorno familiar modulará el grado de desarrollo cerebral y su funcionamiento. Se ha encontrado que los niños que muestran mejores competencias cognitivas en la etapa escolar, son aquellos que han tenido cuidadores atentos, que proveen seguridad emocional y confianza básica, logrando integrar el juego, como un instrumento de interacción, de diversión y aprendizaje.
El aspecto lúdico de la vida entre padres e hijos debería mantenerse durante la adolescencia, época en la cual chicos y chicas necesitan compartir espacios recreativos que sintonicen sus intereses y fomenten su confianza.
El cerebro en todas sus etapas de desarrollo, también necesita estructurarse mediante límites claros. Lo más recomendable es ejercer un estilo de autoridad coherente y preferentemente democrático, evitando los estilos coercitivos, permisivos o indiferentes. En estos términos, invitamos a reflexionar, cómo mejorar su parentalidad. Como regla de oro se sugiere el aforismo: “Disciplina con amor y Amor con disciplina”.
* Psiquiátra psicoterapeuta infantil y de familia – Docente de la Universidad de Manizales.
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