Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
El abuso sexual en niños se ha convertido en noticia de primera plana en todos los medios de nuestro país, así como en estadísticas, al lado de los señalamientos de posibles responsables de los hechos, que -en su gran mayoría- son personas cercanas y en quienes se ha depositado confianza y afecto. Las secuelas del abuso sexual, tanto en niños como en adultos, son marcas difíciles de ocultar y menos aún de sanar.
Todavía existen muchos mitos acerca de este asunto, historias que se esconden, que se ocultan, y se disfrazan con tal de que no se sepa la verdad, para cuidar la imagen de alguien “respetado en la comunidad”.
Son dramáticas las estadísticas diarias y no hay forma de responder a tantas denuncias, las cuales requieren no solo de intervención a la víctima, sino a las familias y de realización de seguimiento. Algunas de estas historias de indignidad, abuso y maltrato se quedan sin fiscalización especializada, mientras los culpables continúan haciendo de las suyas, porque las acusaciones o la solicitud de ayuda no se tienen en cuenta ni por los allegados cercanos a la víctima, ni por las entidades responsables de recibir las denuncias.
Juan Gabriel, hijo único, por asuntos económicos tuvo que ir a vivir a dónde unos familiares. Allí soportó el acoso de un adulto, contó en la casa y no le creyeron, luego pidió ayuda en el colegio y la respuesta que escuchó fue: “enciérrese cuando llegue del colegio, para que se proteja mientras regresan sus padres del trabajo”.
Juanita tiene 40 años y al morir su padre tuvo dificultades para expresar su dolor. Sentía rabia, culpa, miedo y tenía muchos recuerdos que le estaban perturbando. Pasados dos meses, se atrevió a decir algo de su padre: “él le ofrecía dinero a los nietos para que se dejaran tocar". Al darse cuenta no quiso contarle a nadie y, en cambio, tomó la decisión de no volver a visitarlo hasta que él enfermó. Juanita se pregunta con frecuencia ¿cómo aceptar?, ¿cómo perdonar?, ¿cómo seguir?, ¿cómo no recordar?
El abuso infantil genera consecuencias de diversa índole: soledad y aislamiento, bajo rendimiento académico, ansiedad y estrés generalizado, estados depresivos, conductas autolesivas, comportamientos antisociales, ideación e intentos de suicidio, labilidad emocional, relaciones de pareja ambivalentes y maltratadoras, trastornos alimenticios, uso de sustancias psicoactivas y alcohol, enfermedades gástricas, entre otras. Cualquiera de estos síntomas dan cuenta de la manera en la cual se afecta la salud mental, emocional y física de un niño o adolescente abusado.
No bastan las acciones punitivas para rebajar el abuso, se requiere trabajar en prevención de la salud mental y emocional, en cuidado, en fortalecimiento de valores y virtudes. Esto no debe ser solo con los abusados y sus familias, sino fundamentalmente con los abusadores.
Es triste que miles de niños y niñas en Colombia no puedan tener niñez y que esto suceda ante la indiferencia de quienes tienen la responsabilidad de proteger y hacer cumplir sus derechos. ¿A usted este tema qué le produce?.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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