Anita, es como otras jóvenes de su edad, alegre, tierna, echada para adelante, con ganas de crear y profundizar en el conocimiento. El año pasado conoció a su pareja y sin más, decidió que era la persona con la que quería tener un hijo y compartir su proyecto de vida.
Los primeros meses todo fluyó, usaban las palabras ante cualquier malentendido y no hubo dificultades. A principio de este año, Anita tomó la decisión de hacer otros estudios y aplicó para ellos, todo iba a ser una sorpresa para su esposo, ingenuamente creyó que sería celebrada con la misma alegría que ella tenía; sin embargo, él lo tomó como si fuera un engaño y se molestó tanto que ha comenzado a decirle, que ella decidió estudiar porque ya no le ama, que a lo mejor está cansada con la relación, que él qué se va a poner a hacer mientras ella estudia, que tal vez se va a enamorar de otra persona, que ella no necesita estudiar más, en fin están viviendo un infierno.
Anita, por su parte confiesa que unas veces se siente culpable y en otras ocasiones se siente maltratada con las frases que su pareja usa para presionarla y manipularla.
Las demandas emocionales son una serie de actitudes, gestos, palabras, que algunas personas ejercen con el fin de que los demás cedan ante ellas, es ejercer poder sobre él otro, a veces de manera sutil, otras de forma abierta y agresiva, juegos emocionales que van configurando inmensas trampas entre las cuales, se pierde la paz y la libertad interior.
Muchas personas viven o más bien sobreviven a las manipulaciones emocionales y afectivas, que les tienden parejas, padres, hermanos, familiares, jefes, amigos, y aunque terminen los días cansados y asfixiados por la manera como se protegen, se resisten o ceden ante los chantajes, es un juego que enturbia las relaciones y amenaza con derrumbar cualquier estructura relacional que se haya edificado.
Elías estuvo a punto de estallar cuando en su oficina el jefe le pidió una información que hacía parte de su archivo personal, para él presentarlo en un comité de gerencia, la razón que esgrimió fue que como él ya tenía ese trabajo hecho, si le daba los documentos, le ahorraba tiempo. Elías se dio cuenta de que en la reunión su jefe omitió comentar de dónde había salido el informe y lo utilizó y manejó en su propio beneficio. Su explosión emocional estaba sustentada en el abuso de un superior y el miedo para enfrentarlo, miedo a quedarse sin trabajo, miedo a imaginarse llegar a la casa, aún así eligió no quedarse callado ante los abusos de su jefe.
Los efectos de la manipulación hacen estragos en las emociones y aunque son difíciles de verificar, están ahí, vulneran la autoestima, la confianza y la seguridad cuando se hace uso de un poder unilateral que acaba con la confianza y el respeto que es necesario proyectar y asumir en las relaciones laborales, escenarios estos en los que debe primar la ecuanimidad, la responsabilidad y la justicia.
Hay manipuladores con una habilidad histriónica envidiable, son arrolladores y seductores con los gestos y las palabras, a veces se hacen pasar por víctimas, esa es la estrategia para lograr la conmiseración de los otros que en realidad son las verdaderas víctimas y que sin pensarlo mucho ceden ante el chantaje y la opresión. Quién manipula y chantajea, tiene el poder y lo usa, no importa qué se lleve por delante, con cuantas relaciones acabe y si vulnera la salud emocional de quienes le rodean, eso es lo de menos, importan eso sí, sus necesidades, sus deseos, sus lamentos, jamás piensan en lo que generan en los otros y menos aún, si ese daño puede acabar con los vínculos afectivos, no, ahí están ellos para volver a tensar la cuerda, si algo no resulta como lo tienen pensado.
Otros chantajistas son castigadores, atormentadores, sufrientes, hay de varios tipos, tienen en común que nada los llena, siempre quieren más y cuando piden ayuda profesional comienzan por decir que los demás son los culpables de sus desdichas y desvelos.
A pesar del miedo, hay que aprender a poner límites al chantajista y afrontar las consecuencias que jamás serán tan devastadoras como perder su autoestima y entregar su poder personal.
-¿Y usted dónde cree que se han quedado el respeto por los demás y el amor?
*Psicóloga
Profesora Titular Universidad de Manizales
fannybernalorozco@hotmail.com
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