Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá
¿Pronóstico? Imposible. El fútbol es así: el arte del imprevisto. Los cuartos de final de la Liga traen consigo a Santa Fe tambaleante, pero, como los boxeadores con clase, peligroso al borde del nocaut. Es un equipo capaz de rozar la mediocridad o tocar la excelencia, con la nómina que posee. Esto, sumado a la incógnita de los árbitros mañosos, hace incierto el partido del sábado y lo declara de alto riesgo en las aspiraciones del Once Caldas de pasar a la semifinal.
Ha sido Santa Fe, a lo largo del año, un incómodo rival por sus aportaciones futbolísticas. Tiene técnica, aunque su bloque ofrece fisuras, por ser individual su fútbol.
Ahora, cuando el torneo entra en etapas decisivas, las pruebas de fuego para el Once lo obligan a respetar un estilo, el del entrenador Flabio Torres, acostumbrado con sus equipos a las marcas intensas, a la presión asfixiante, a la racional ocupación de espacios, a los contragolpes rápidos, con predilección por las bandas, y al esfuerzo colectivo. Todos en ataque, todos en defensa, es el lema. Conoce bien Flabio a Santa Fe. Lo enfrentó con el Pasto con nómina reducida a mediados del 2012, en apretado cierre desnivelado con angustia a favor de los cardenales, con título de por medio. Con el Once, cuando se lo propone, Flabio ha demostrado la idea de carburar hasta el agotamiento, para controlar el juego. No es tan evidente la posesión de la pelota, pero sí el manejo de espacios y condiciones, con esporádicos gestos individuales que desnivelan a favor. Asignaturas pendientes, la definición, la coordinación de juego colectivo en ataque y, sobre todo, las grietas defensivas en el fútbol aéreo, que tantos puntos han costado.
Tiene el Once Caldas con qué enfrentar a su cotizado rival. Nada hay fuera del alcance que margine las oportunidades y, aunque no es candidato a la corona como sí lo es su oponente, está obligado a una entrega sin restricciones. Depende el cuadro manizaleño de sí mismo.
PD.: Ojo con el fútbol trampa. Que no sea el estadio el teatro de los simuladores, con la tolerancia arbitral. Es ahí cuando juega y presiona la tribuna.
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Ahora, cuando el torneo entra en etapas decisivas, las pruebas de fuego para el Once lo obligan a respetar un estilo.
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