Cuando vi en "LA PATRIA" toda una página con candidatos al Concejo Municipal de Manizales creí se trataba de todos los candidatos, pero no era así, se publicaban los de un solo partido. En los días siguientes fueron apareciendo los candidatos de las otras colectividades, hasta ciento noventa y nueve. Se dice que es el resultado de la estrategia de los grupos que confieren demasiados avales y, aún cuando eso es cierto, es una respuesta simplista, porque entonces cabe preguntar ¿Por qué los partidos confieren tantos avales, hasta el punto que algunos avalan más candidatos que curules, o curules que aspiran obtener?
La respuesta debe buscarse en las listas preferentes. Como se sabe, los partidos políticos pueden inscribir listas cerradas, en cuyo caso el voto se le atribuye al grupo político y las curules se reparten respetando el orden con el que aparecen en la lista; o bien, listas abiertas con voto preferente, fórmula mediante la cual si bien el voto corresponde a la colectividad, el elector elige, de la lista, el candidato a quien quiere se le atribuya el voto.
En este caso los votos se le suman al partido en el escrutinio para determinar cuántos concejales le corresponden y, luego, se le asignan a los candidatos de esa lista que más votos obtuvieron. Por ejemplo: Para las elecciones del 25 de octubre el partido gris, no obstante tener una baja intención de voto, otorga 19 avales, con la clara intención de que todos los candidatos trabajen para la colectividad y aumente la votación con los votantes que cada uno atraiga. Por ejemplo: Si el día del concurso electoral el número total de votos es de 380 mil, para 19 curules el cociente será de 20.000 y, sí de ellos, el partido gris obtuvo: 7.500 por A, 7.000 por B, 6.500 por C, 5.000 por D, 4.500 por E, 3.500 por F y 6.275 por el resto de candidatos, para un total de 40.275. Tendrá pues, derecho a dos concejales por cociente y un residuo de 275 votos que no alcanza para uno más, la estrategia de sumar nominados resultó ventajosa pues le permitió aumentar la votación con el agregado de los pequeños.
Habrá, desde luego, grupos que al emplear la misma estrategia no logren curules, pero, para unos y otros, no obstante contar con el aval de un partido, la lucha electoral será individual y, no solo contra los candidatos de otras colectividades, sino contra los de su propio partido, que será feroz en las zonas, barrios o comunas donde el grupo, según antecedentes, encuestas o mediciones, tenga más número de adeptos.
Se tiene por sabido que las democracias que mejor funcionan son las que tienen partidos fuertes. Pues bien, el sistema del voto preferente trabaja en contra de la cohesión de los partidos que cada vez más tienen que acogerse a normas que impongan el voto por bancadas, pues cada uno de los elegidos piensa que tiene votos propios y se convierten en otros tantos jefezuelos, "dueños" de un número plural de votos. La final consecuencia del voto preferente es que no agrega cohesión al partido que la adopta, primero, porque cada candidato, no obstante tener el apoyo institucional del partido que lo avala corre una aventura individual y, por tanto, si pierde no estará agradecido con el partido porque, entiende no tuvo el apoyo necesario que tal vez brindó a otros y, si gana concluirá que los votos son suyos.
Las listas cerradas dan uniformidad y brillo a los partidos. La bancada del Centro Democrático en el Congreso de la República es un buen ejemplo de cohesión y trabajo unificado. La democracia gana con partidos fuertes y unificados, así quizás volvamos a hablar de ideologías y a conformar mayorías en torno a ideas o uniones realmente programáticas. Las listas abiertas con voto preferente deben terminarse por el bien de la democracia, mucho más cuando, como ahora, algunos partidos cobran por los avales esto es, por utilizarlos.