Después de tener 9.221 homicidios entre enero y noviembre, de acuerdo al Instituto Nacional de Medicina Legal, Colombia cerrará el 2015 con una gran noticia. Solo un poco más de 10 mil asesinatos habrán ocurrido en el país en el presente año, lo que representa una cifra de 20,8 asesinatos por cada 100 mil habitantes, la más baja en los últimos 60 años.
Aunque es una estupenda primicia, si se considera que a comienzos de la década de los 90 nos disputábamos el campeonato mundial de país más violento del mundo, con más de 35 mil homicidios al año, la violencia homicida sigue siendo mucho más alta que los estándares internacionales. Solo somos entonces un poco menos bárbaros. Dejamos de tener tasas muy altas como Honduras, Venezuela o El Salvador a estar en el grupo con tasas altas, junto con Brasil, México y Panamá. Pero aún muy lejos de Bolivia, Perú, Ecuador o Costa Rica y ni se diga de Chile o Cuba, donde ocurren 3 o 4 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Este guarismo en todo caso confirma la tendencia en la reducción del número de crímenes en el país en los últimos años y se convierte en un dividendo anticipado de la paz y el posconflicto. Si bien se ha dicho que apenas el 10 por ciento de los homicidios estaban ligados al conflicto armado, el hecho de que muchas regiones ya no tengan presencia de grupos asociados al conflicto reduce el clima de zozobra en el cual tiende a prosperar la criminalidad y facilita una labor más efectiva de la Fuerza Pública.
Un hito en la reducción de la violencia al que contribuye de manera decidida Antioquia y Medellín, que proyectado tendrán una cifra cercana a los 1.071 y 466 homicidios respectivamente. Entre tanto, el Valle sigue aportando las malas noticias, pues allí se comete el 24 por ciento de los asesinatos del país. Un departamento con el mayor número de ciudades intermedias de las más violentas, incluida Palmira, cuyo alcalde José Ritter López acaba de ser reconocido como el mejor del país, aunque la ciudad sea un desgobierno en materia de criminalidad.
La diferencia la marcarán Boyacá y Córdoba, ya que con cerca de 94 y 178 homicidios serán los departamentos más pacíficos, pese a que Montería, la capital de este último, aporta la mitad de los asesinatos ocurridos en su departamento. Unas cifras que contrastan con las del Eje Cafetero, que con índices de calidad de vida de los mejores del país, paulatinamente se afianza como una región violenta, incluidas sus capitales Armenia, Pereira y curiosamente Manizales. Este es un análisis con muchas implicaciones, pero por lo pronto los nuevos alcaldes, los del posconflicto, deberán hacer un gran esfuerzo porque siempre parece que generar empleo y crear las condiciones de seguridad no fuera con ellos.
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