Como dijera Cicerón, la necedad es la madre de todos los males. En el caso de la política colombiana, la madre de los males del uribismo y las Farc. Fue la actitud porfiada de Uribe y del uribismo la que los condujo a ir perdiendo el pulso de la guerra y de la paz con Santos. También, a perder las elecciones presidenciales del año pasado, las elecciones regionales recientes y, como van las cosas, el plebiscito por la paz que se celebre el próximo año. Para los anaqueles de la historia quedará la insistencia en que el país iba a ser entregado el eje castro-chavista, que la Fuerza Pública estaba desmoralizada o que la negociación es una complacencia con el terrorismo.
Y aunque suene paradójico y hasta inverosímil, la verdadera novedad será que las Farc pasarán gradualmente de la actitud arrogante que les confiere el dogma comunista, y de la que han hecho gala por años, a ser completos rehenes de Santos. Es cierto que a algunos los alarma sus extravagantes pedidos de parcelar el país en republiquetas independientes a través de territorios con institucionalidad propia, la insensatez de insistir en una asamblea constituyente o de pedir asignación directa de curules en el Congreso por más de un período. En cualquier caso, la realidad política les hará entender lentamente que cualquier resquicio político futuro que puedan tener dependerá del apoyo que logre el plebiscito, lo que las obligará a volcarse en su favor, así en principio lo hayan rechazado. Pero ahora cuando llegó el momento de ganar el apoyo de la opinión pública no será suficiente con haber colgado el camuflado. Tampoco podrán lanzar una plataforma política como parte de un plan de guerra ni un batallón de sacrificio para justificarla como lo hizo ‘Jacobo Arenas' hace treinta años con la Unión Patriótica.
Las Farc no solo desperdiciaron tiempo precioso en hacer alarde con la arrogancia de las armas. También el contexto político internacional les cambió. Si con el boom de las materias primas, en Latinoamérica no importaba que fueran gobiernos populistas de izquierda o de derecha, porque todos tenían recursos fiscales sin precedentes para financiar grandes máquinas clientelares, ahora es distinto. Con la desaceleración de la economía, el legado de sus simpatizantes Lula y Cristina Fernández de Kirchner está hecho trizas y los que quedan están en severos problemas, incluida Venezuela, donde se agrava la situación política.
Las Farc tendrán además que lidiar con la falta de dirigentes, como era también la queja de 'Jacobo Arenas', con su carencia de mensaje para los votantes urbanos y con la histórica fragmentación y antropofagia de la izquierda en Colombia. Por eso, y aunque parezca paradójico, las Farc son ya rehenes de Santos para despejar algún horizonte político. Pero también me atrevo a vaticinar que puede ser más desastroso que el del M-19 después de la constituyente del 91.
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