En ocasiones se me antoja pensar que en este país se siente un olor agridulce parecido a la anarquía, que no nos gusta nada de nada y que todo lo de los demás nos parece feo. Sin embargo, y por fortuna, veo cómo resurge de las cenizas el optimismo y la fe en que tendremos un mejor futuro. Tales cualidades están encarnadas en la Sociedad de Mejoras Públicas que por estos días cumple un siglo de existencia.
"El buen manizaleño se nota", fue el lema de una campaña que esta Institución adelantó en 1991 y que nos trajo a la memoria la vida y el ejemplo de hombres ilustres y dignos representantes de la civilidad y el respeto por los demás y por el territorio: Aquilino Villegas, los generales Marcelino Arango y Pompilio Gutiérrez, Emilio Robledo, Luis Londoño Ospina y Carlos E. Pinzón, entre muchos otros, quienes la fundaron el 28 de junio de 1912.
Estos hombres, junto con todos los demás que se les fueron uniendo en el devenir de su historia, nos obligaron a mirar con la frente en alto a esta región a partir de los preceptos del civismo, el trabajo colectivo, el desinterés particular, siempre pensando en el fomento y estímulo para la construcción de obras y creación de empresas que facilitaran el desarrollo de la ciudad y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
Han sido 100 años de civilidad en la construcción de territorio, de esperanzas y de conjunción de voluntades políticas; un siglo en el que la Sociedad de Mejoras Públicas ha hecho camino -casi que desde los mismos momentos cuando se fundó el departamento de Caldas- al lado de gobernantes y líderes, en la construcción de ciudad y de región, con proyectos cívicos, urbanísticos, educativos, culturales y ecológicos.
¿Cómo no sentir que en medio de esta desesperanza que nos está envolviendo y que acogota cualquier fe, el ejemplo de la Sociedad de Mejoras Públicas se convierte en un motor móvil para seguir haciendo camino y no desfallecer? ¿Cómo no pensar que debemos rescatar la civilidad, las buenas costumbres, el respeto por los demás, por la ciudad misma, en aras de conseguir una convivencia pacífica, de seres humanos incluyentes, solidarios, honestos, trabajadores, lo cual ha sido la razón de ser de la Sociedad de Mejoras Públicas?
Un siglo sin perder el horizonte de que la vida es lo más sagrado que tenemos y que solo con un comportamiento razonable, es decir, justo y solidario podremos ser mejores seres humanos, es el mejor legado que nos deja la existencia de la Sociedad de Mejoras Públicas.
Que sus actuales miembros, quienes deben estar parados sobre los nombres de sus creadores y fundadores vean sus esfuerzos compensados en los ciudadanos de Manizales. Con ellos, con los gestores de la Sociedad de Mejoras Públicas, la Ciudad de las puertas tiene una deuda de gratitud eterna; y quizás la mejor forma de pagarla sea rescatando el valor civil de vivir mejor, todos juntos, sin excepción.
Desde la academia reciban el más solidario de los abrazos.
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