Los jóvenes del San Rafael aflojan la 'pluma' y concursan con cuentos

LA PATRIA

Un concurso de cuento realizó el Programa Prensa Escuela de LA PATRIA el pasado 24 de abril en el Instituto Técnico San Rafael. 25 estudiantes, entre los grados terceros y undécimos, participaron de la convocatoria liderada por la profesora de humanidades de este centro educativo, Olga Nieto Trujillo.

En una primera etapa de la jornada, la coordinadora de este proyecto, Isabel Vallejo, dio las pautas a tener en cuenta a la hora de elaborar el escrito; posteriormente, los muchachos contaron con 25 minutos para narrar su historia en una sola cara de una hoja tamaño oficio, y finalmente, se estimó un tiempo de 20 minutos para escoger el ganador. Tanto la maestra, como la coordinadora y la encargada de impresos del diario, Patricia García, fueron los jurados calificadores de esta primera versión. A continuación los cuentos triunfadores por las categorías infantil (primaria) y juvenil (bachillerato).

Futuro soñado

En el año 5508, un niño llamado Carbot hace esta historia. Él no puede salir de su casa porque el mundo está contaminado; no hay nadie en la presidencia y sólo los reyes de Santa Ana lo gobiernan. Santa Ana es un pueblito, en el que solo viven ricos y nadie puede entrar ni salir.

Después de 30 años, Carbot cumple sus 35 años de vida, pero hay algo que no se pueden imaginar ustedes. Sí ustedes, lectores de este cuento. Carbot no tiene familia; él vive solo, solo con la esperanza de encontrar algún día a sus padres.

Cuando él cumple sus 40 años piensa en cambiar al mundo y poder sentir como ser gobernante, pero no sabía cómo empezar. Al otro año empieza inventando mascarillas y muchas cosas más que, al parecer, está funcionando y cambiando al mundo.

Después de tres años, largos para él, se lanza como presidente de Colombia y es el año 5551, que Carbot se convierte en el nuevo dignatario.

Autor: Jacobo Agudelo Ossa

Grado: Quinto A

Un motivo para vivir, ser feliz y aguantar

Todo comenzó una árida mañana: un penetrante silencio se adueñó del cuarto y fue cómplice de la insomnia que sufría Erick. Todos sus pensamientos y recuerdos retumbaban en su cabeza como un estruendo de sirena; todo era muy complicado, casi imposible.

De repente una alarma logró interrumpir su mar de pensamientos y sudado y algo agotado decidió levantarse de la cama y echarse un baño para relajar su mente y cuerpo. Busco una melodía mágica que lograra distraerlo y reconfortarlo, pero en su lugar encontró chillidos. Tras desayunar y arreglarse, quizás con el ánimo un poco derrotado, el hombre salió rumbo a su trabajo. Llegó a la oficina, saludó a la recepcionista y, a pesar de sus inconvenientes, puso su mejor cara.

Al finalizar la jornada y con una enorme carga de estrés, Erick emprendió otro rumbo. Al encuentro tan esperado con Deisy, su hija, quien días atrás había sufrido una accidente. Le entregó una rosa, la besó en la frente y cual guerrero le contó su día de trabajo. Le preguntó cómo se sentía, se recostó a su lado y esperó a que el latido de su corazón arrullara a la pequeña ya acomodada sobre su pecho. Una vez dormida, la bendijo y salió de aquel cuarto de hospital con una sonrisa de satisfacción, pero con una lágrima de impotencia. Se fue de nuevo para su casa y se dispuso a descansar para su nuevo día.

Autor: Eduardo Montes

Grado: Once C