Antonia Bernal Duque* y Carlos Urrego**
LA PATRIA | MANIZALES
La tecnología, la ciencia y la innovación del país están en 43 manos. Jorge Reynolds, inventor del marcapasos, compone la misión designada por el presidente Iván Duque para trazar su camino.
Cuando tenía 22 años, se turnaba los horarios entre la Universidad Nacional y la Clínica Shaio de Bogotá, donde estudiaba el papel de la electricidad en problemas cardíacos.
Se había graduado de ingeniero en 1957 en la Trinity College de Cambridge (Inglaterra), donde fue alumno de Albert Einstein.
El corazón de un perro puesto a prueba por los experimentos de Paul Zoo y Wilson Greatbacth, fue el punto de partida para que Reynolds trabajara en una máquina que equilibrara el ritmo de los latidos del corazón. Una invención revolucionaria para su tiempo.
El primer corazón
A la clínica Shaio llegó un sacerdote ecuatoriano que había tenido varios infartos. El paciente tenía un bloqueo completo. Es decir, la velocidad de sus señales eléctricas disminuyeron y no llegaban a las cámaras inferiores del corazón. Los masajes cardíacos que lo salvaron le rompieron algunas costillas. Para Reynolds fue la oportunidad de usar los avances de su invención. Por eso tomó la batería de 12 voltios de su carro, un par de electrodos y los movió en una carretilla del hospital.
“Por ser un sistema que se implantaba por primera vez, yo estaba inicialmente reacio. Entonces, con el doctor Alberto Vejarano, que era el médico tratante, hablamos con el paciente”, cuenta Reynolds. Le informaron al sacerdote que implantar este aparato, basado en un generador de impulsos y electrodos, era lo único que podían hacer. De no emplearlo, su muerte sería rápida. Finalmente aceptó y vivió por 18 años más.
Según Reynolds, desde el primer caso, hasta ahora, el marcapasos le ha salvado la vida a cerca de 80 millones de personas.
Con el paso de los años ha evolucionado. Antes, tenían que utilizar la batería de un carro. Luego, implementaron tecnología para hacerlo recargable. Más adelante, se cargaba con baterías de litio, que son de mayor duración y más pequeñas. "El primer marcapasos pesaba alrededor de 50 kilos, mientras que el nuevo nanomarcapasos, menos de un gramo. Es más pequeño que un grano de arroz”, explica.
Marcapasos miniatura
Desde el 2000, Reynolds y su equipo trabajan en el nanomarcapasos. Están a la espera de la aprobación del National Institutes of Health, institución estadounidense que apoya la investigación médica, para implantarlo en un ser humano. Hasta el momento han instalado este artefacto en 24 perros. Todos siguen vivos luego de cinco años.
Este desarrollo no necesita baterías. Utiliza un fenómeno físico conocido como piezoelectricidad, que en términos prácticos, es la capacidad de ciertos cristales y cerámicas de producir electricidad al ser pulsados, tensionados o accionados. Esta tecnología ya se emplea en ciertos encendedores de cocina a gas.
“Es un nuevo sistema por el cual se genera corriente. No solo para los marcapasos sino para sistemas industriales”, explica.
La instalación se hace a través de un catéter y una pequeña incisión en la vena femoral que estáen la zona de la ingle. Esperan que dure unos 50 años funcionando y que se pueda controlar con una aplicación móvil.
Células cardíacas y cómo regenerarlas
El nanomarcapasos no es el único proyecto en el que trabaja Reynolds. Está enfocado en evitar el uso del aparato que le dio fama mundial. A sus 82 años busca utilizar células madre en la regeneración del tejido del corazón y de esta manera no introducir sistemas artificiales.
“En nuestro cuerpo nacen y mueren células constantemente. Lo que pretendemos es poder encaminar esas células específicas hacia alguna parte del corazón y así poder regenerarlo”, sostiene.
Reynolds reflexiona: “Cada corazón tiene su encanto”. Por esta razón también está estudiando este órgano en las abejas. Es un poco más grande que la cabeza de un alfiler. Quiere entenderlo y revisar si encuentra algo de utilidad para el humano.
En Manizales
Mi juventud está atada a Manizales. Yo vine a las primeras ferias, corría carros todos los años en la ruta Cali- Manizales y pasaba aquí las vacaciones.
Reynolds, el sabio
En su labor en la comisión de sabios, espera luchar para que los recursos de la investigación sean bien destinados. Tiene los ojos puestos en el nuevo Ministerio de Ciencia para que afine las mentes inquietas y los jóvenes puedan convertir sus ideas en realidad. Este científico hace parte del área de ciencias de la vida y la salud, pero también participa en océano y recursos hidrobiológicos.
“Ya cuando uno pasa de cierta edad hay que empezar a pensar en cosas que sean verdaderamente importantes y las pueda realizar en el menor tiempo posible”.
*Estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales
**Docente de Comunicación Social y Periodismo. Editor de la revista de divulgación científica de la Universidad de Manizales, Eureka.
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