Manuela Buitrago y Alexánder Zuluaga*
LA PATRIA | Manizales
La científica manizaleña Mariana Sánchez Londoño, de 28 años, atribuye su versatilidad en diferentes disciplinas a un don que Dios le dio.
Desde hace trece años hace ciencia. Siempre le apasionó la matemática, la física, la química y la biología. Sin salir del colegio ya había hecho extracción de ADN, cromatografía y clonación de genes; había dado un entrenamiento en biología sintética a jóvenes en Israel y, hace un año, consiguió su segunda patente en Estados Unidos.
Hace poco inició un doctorado en el Instituto Max Planck de Microbiología Terrestre en Marburg (Alemania), como acreedora de una de las cinco becas que el centro científico otorgó, entre mil doscientas postulaciones de los cinco continentes.
Mariana no es una científica devora libros que vive en un laboratorio. Su cabello rubio, hasta la cintura y siempre liso, adorna su amplia sonrisa. Es de tez blanca, rostro pulido y ojos color miel; mide un metro con 60 centímetros y es de contextura delgada. Le encanta bailar, disfruta del teatro y, en algún momento, intentó tocar guitarra y xilófono, aunque no se considera hábil para la música.
A los quince años comenzó a formarse en el Parque de la Creatividad del microbiólogo vallecaucano Raúl Cuero, pero desde antes se destacó por ser autodidacta, curiosa y mantener una capacidad de asombro por lo que la rodeaba.
Por estas razones, Adriana Patiño, quien fue su profesora de Biología en el colegio, la motivó a seguir por el camino de la ciencia. “Ella es evidencia clara de que no hay límites para soñar. Mariana es una tejedora de sueños”, menciona la docente.
Después de culminar su pregrado en Biología Pura en la Universidad de Caldas, ingresó a la Universidad de Nebraska en Lincoln (Estados Unidos), para realizar su maestría en Entomología (estudio científico de los insectos). Allí realizó la investigación que presentó en el simposio de selección del Instituto Max Planck y con la que ganó la beca para cursar allí el doctorado en el que comparte con científicos de otros países.
El personaje principal de su proyecto es Diabrotica virgifera virgifera, un escarabajo de hoja perteneciente a la familia Chrysomelidae. Este insecto alcanza de cinco a siete milímetros de largo, casi el tamaño de una abeja obrera. Los adultos tienen una cabeza oscura y el dorsal y el abdomen teñidos de un amarillo grisáceo, similar al color que adopta un girasol marchito, con una franja negra a lo largo de los lados de las copas de sus alas. Los élitros (las alas rígidas y duras que tienen los insectos coleópteros) son amarillentos, a menudo con tres franjas más oscuras. En su estado de larva se alimentan de la raíz del maíz y provocan pérdidas cercanas a los mil millones de dólares al año en estos cultivos en Estados Unidos.
Mariana se enfocó en el estudio de genes específicos que le ayudan al insecto a encontrar las plantas de maíz. Como ciertas poblaciones del escarabajo han desarrollado resistencia a diferentes tipos de manejo, una estrategia reciente que se ha usado para el tratamiento de la plaga es el ARN de interferencia.
Este mecanismo genera el silenciamiento de un gen específico. En este caso, al científica trabajó con genes quimiorreceptores que le ayudan a este “gusano del maíz” a encontrar las señales de dióxido de carbono (CO2), las cuales son reportadas como la principal señal química, proveniente desde la raíz, que atrae a la larva.
Al opinar sobre este campo de estudio, la doctora en Entomología de la Universidad de Nebraska Ana María Vélez afirma que la visión de la disciplina como una ciencia compleja y poco estudiada proviene de una percepción equivocada de esta área de la biología en Colombia. “En parte es un pensamiento concebido por falta de conocimiento frente a los campos de acción que tiene el estudio de insectos. Por otro lado, es por falta de recursos para financiar su aplicación”, puntualizó.
Ser una científica exitosa no ha sido fácil para Mariana. Un momento de quiebre ocurrió a mitad de su maestría, cuando atravesó por una difícil situación emocional; sus defensas se vinieron al piso por una fuerte enfermedad causada por la inclemencia del invierno estadounidense; y, la soledad y la distancia de sus seres queridos calaban en sus huesos con más fuerza que el frío. A esto se sumó el reto de enfrentarse a una cultura nueva; un inglés, en esencia, académico, y los proyectos investigativos que absorbían la mayor parte de su tiempo. El aluvión emocional nubló su estadía en Lincoln por unos meses.
Así define Mariana al hombre que llegó en esta compleja etapa de su vida. Un huilense -también científico- quien es desde hace seis meses su esposo.
Rafael Segura Muñoz, doctor en Biosistemas Complejos, ha desarrollado a lo largo de su trayectoria académica un proyecto que estudia la microbiota en el intestino humano, el cual consiste en entender cómo regular microorganismos buenos y malos para contribuir al mejoramiento de la salud de las personas.
- ¿Ha renunciado a sus propios sueños profesionales por amor?
- “No, nuestro amor es mi sueño”, sentencia Rafael.
Ambos, además de sus profesiones y sus votos matrimoniales, están íntimamente unidos por sus creencias católicas, considerándose científicos que experimentan cada día un encuentro con Dios a través de lo que hacen.
“La ciencia es un don, una gracia que da Dios en el corazón de los hombres para que poco a poco estos conozcan su carácter”, expresa la bióloga frente a su propio significado de ciencia. En Lincoln lideró un modesto grupo de oración como representante de la Comunidad María Mediadora, y desde que llegó a Marburg, ha evangelizado a la única mujer -también colombiana-, quien, junto con ella, conforman el selecto grupo de los cinco becados por el Max Planck este año.
Cuando está nerviosa se pasa la palma de la mano por la cara de arriba a abajo -aplastándose la nariz-, se tranquiliza y luego ora. Su próximo sueño es agrandar la familia que ha construido con Rafael, y juntos, continuar con sus búsquedas científicas.
En las que Mariana Sánchez Londoño participa como co-inventora:
1. Métodos y dispositivos para ligación electromagnética de ácidos nucleicos y transformación de células. Patente otorgada en EEUU #10011841 B2. 2018
2. Métodos y dispositivos para amplificación electromagnética de ácidos nucleicos. Patente otorgada en EEUU #9044729. 2015
3. Métodos para producir carbohidratos y sus aplicaciones. Patente pendiente en EEUU #20190338326. 2019
*Estudiantes del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. Trabajo realizado en el módulo Periódicos y Revistas.
En este escritorio se han escrito sueños, cartas e investigaciones científicas de Mariana.
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