Foto | Martha Elena Monroy | LA PATRIA
El profesor Arcesio Lozano se paró en todo el límite de Risaralda y San José, en la vereda Quiebra de Santa Bárbara. A su derecha están niños del caserío que viven en la parte de Risaralda, y a la izquierda, los que habitan en la parte de San José.
Óscar Veiman Mejía
LA PATRIA | Manizales
Diego Correa sale a la puerta de su casa. Lo mismo hace Esmeralda Ríos en su vivienda. Apenas los separan unos 20 metros. Sin embargo, por una curiosidad del límite municipal, él está en el municipio de Risaralda y ella en el de San José. Por la carretera del caserío camina Ariel Londoño. Llega un momento, justo al pasar por el frente de unas escalas, en que el señor tiene el pie izquierdo en Risaralda y el derecho en San José.
Por esa vía y esas escalas, al igual que por un potrero y un muro, pasa la línea invisible que les recuerda a los habitantes de la Quiebra de Santa Bárbara que hace 14 años dejaron de ser una sola vereda. La parte de abajo siguió siendo de Risaralda y la de arriba la anexaron a San José.
Desde entonces, a fuerza de ventajas y desventajas, los conceptos también están divididos sobre si es mejor ser de uno o de ambos municipios. “Es como si tuviéramos dos dueños”, comenta Diego.
Antes de 1998 todo Santa Bárbara era vereda de Risaralda, municipio del Bajo Occidente de Caldas. “Hace más de 50 años había un camino de arriería que poco a poco se llenó de gente que sacaba arena de los ríos, con la que se construyeron cuarteles de fincas cafeteras”, recuerda Ariel, quien vive hace 44 años en la zona.
A finales de los 90 los liberales y conservadores, que durante décadas se han repartido el poder en los municipios de Caldas, decidieron impulsar la creación de nuevos entes territoriales.
Los seguidores del senador conservador Ómar Yepes se fueron adelante en 1998 con la municipalización de San José, que era corregimiento de Risaralda. Dos años después respondieron los del senador liberal Víctor Renán Barco (ya fallecido) y convirtieron en municipio al corregimiento de Norcasia, antes jurisdicción de Samaná.
Fue tanto el afán de tener dos nuevos feudos políticos que ni siquiera se fijaron en que en algún momento divisiones como la de Santa Bárbara podrían traer dificultades. “A quién se le ocurre partir un caserío de esa manera. Está bien que lo hubieran hecho por la zona rural con un río o un cerro”, comenta un exyepista de San José que prefiere no decir el nombre.
Por salud
Nazarín Ospina ha sido integrante de la junta comunal de la vereda y vive abajo, es decir, en la parte de Risaralda. Ella recuerda que desde la partición se quedaron sin centro de salud, sin puesto de policía y sin inspección. “El lote del puesto de salud, por ejemplo, era de la junta comunal, pero quedó en terreno de San José. Eso llevó a que ninguno de los municipios le invirtiera y quedó abandonado. Ahora a cualquier herido, así sea por una pequeña cortadura, hay que llevarlo hasta el hospital”.
La salud es el punto más crítico, sobre todo en el caso de quienes viven del lado de Risaralda. La razón es que los afiliados al Sisbén, para la atención médica, tienen que viajar en carro por lo menos 50 minutos hasta el Hospital San Rafael, ubicado en la cabecera municipal. En cambio, a los del lado de San José les queda más a la mano el servicio del Hospital del mismo nombre. Es más, dice Esmeralda, hay quienes van a las citas a pie por un desecho y solo se demoran 15 minutos.
La idea de tener un solo servicio une a los de abajo y a los de arriba. Coinciden en que es mejor pertenecer a San José, por el hospital y los programas sociales.
También están de acuerdo cuando hablan de educación. Claro que en ese aspecto consideran que es mejor estar con Risaralda por el apoyo que le da a la Institución Educativa Quiebra de Santa Bárbara, donde estudian 172 alumnos de la parte de Risaralda y 55 de la de San José. “Tenemos buen respaldo de ese municipio, por ejemplo en dotación”, dice el profesor Arcesio Lozano mientras sus estudiantes de cuarto y quinto de primaria aprovechan el descanso para caminar por la vía, en un juego involuntario en el que están unos segundos en Risaralda y otros, en San José.
Eso sí, más allá de los inconvenientes, la mayoría de pobladores siente que la comunidad nunca ha sido dividida por más que aparezcan en distintos listados oficiales, mapas y estadísticas.
La capilla la construyeron juntos a pesar de que al principio hubo dificultad porque el terreno también era de la junta y las administraciones no se atrevían a invertir. Al fin sacaron adelante el pequeño templo, bajo el cual cada domingo, a las 3:00 de la tarde, los de Risaralda y los de San José escuchan el sermón del párroco de San José.
Por 30 metros
Y pensar que solo faltaron unos cuantos metros para que Santa Bárbara siguiera unida. Fernando Grajales, comerciante, e Isaura Vargas, quien era la tesorera municipal, formaron parte de la comisión de delimitación.
“Recuerdo que hicimos el proceso con el Instituto Agustín Codazzi. El área para San José debía ser de 53,5 kilómetros cuadrados”, dice Isaura. Ambos indican que en la primera comisión quedó como el límite una imagen de la Virgen ubicada 20 metros arriba del que fue el puesto de salud. Es decir, si se hubiese aceptado ese límite la Quiebra de Santa Bárbara habría seguido una, y en jurisdicción de Risaralda.
Después, añaden ambos comisionados, el Agustín Codazzi decidió que el límite debía pasar por el muro, inclusive hasta por una casa en la que se podría dar el particular y jocoso caso de que mientras unos estaban en la cocina, jurisdicción de San José, otros estarían en la sala, jurisdicción de Risaralda. El límite definitivo pasa por el muro, las escalas de entrada a una vivienda y se escabulle por un potrero.
Algunos como Álvaro Clavijo, el último corregidor de San José y el primer alcalde (en calidad de encargado), sugieren que se revise la ordenanza con la que se creó a San José como municipio. “Los concejales de las dos poblaciones deberían tocar el tema y posiblemente llegar a que la vereda sea de un solo municipio. Eso sí, luego de pasar también por estudio de los diputados”.
Niños, adolescentes, mayores y ancianos sueltan frases que pueden resumir el pensamiento en la Quiebra de Santa Bárbara: “si las fiestas de los niños fueran una sola sería mejor”, “funciona más una junta comunal que dos”, “siendo de dos municipios sacamos más provecho”, “con la división perdemos todos, con la unión, ganamos todos”, “da igual, lo importante es que nos atiendan las necesidades”...
Diego Correa cierra la puerta de su casa, en Risaralda. Poco después, a 20 de metros, Esmeralda hace lo mismo en su vivienda, en San José. Al rato, Ariel Londoño va de regreso a su casa. Esta vez, en segundos, su pie derecho está en San José, y el derecho, en Risaralda.
Así ven la división
Del lado de San José
Dayana Hoyos
Me gusta más que sea dividido porque hay más oportunidades en varias cosas. A eso le sacamos provecho.
Edisol Bañol
Tiene ventajas y desventajas. Risaralda ayuda a la institución educativa y San José en los programas sociales.
Del lado de Risaralda
José Luis González
Me gustaría que toda la vereda fuera de Risaralda, es un municipio más grande.
Nazarín Ospina
Lo ideal es que fuera una sola vereda para que tuviera un municipio responsable de todo y se mejoraran servicios como el de salud.
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