Freddy Arango
LA PATRIA | MANIZALES
Los guácharos permanecen confinados en sus cavernas como la humanidad por la pandemia de covid-19. Pareciera que estuvieran en cuarentena en las cuevas por el sol imperioso y los 27 grados centígrados de temperatura, ni el aleteo de los murciélagos con los que conviven los sacan de sus hogares.
A las cuevas de estas aves nocturnas, siendo las únicas en el mundo que se alimentan de frutas, se llega después de recorrer 7 kilómetros y atravesar las veredas Llanadas, San José y La Quiebra de La Merced (Caldas), municipio del noroccidente de Caldas, que en otra época fue castigado por la violencia del frente Cacique Pipinta de las Autodefensas Unidas de Colombia y que hoy ofrece todo un potencial para atraer a turistas nacionales y extranjeros.
Es una aventura extrema por el Cañón de los Guácharos que lo recorre la quebrada Despensas que desemboca en el río Maibá.
Ese era el camino que usaban los indígenas pozos que bajaban desde la meseta o plan de San Isidro, ubicado en el Alto de Zion, para salir al río grande hoy conocido como el Cauca, allí se encontraban con los carrapas, de Totumal.
Los viajeros atraviesan el cañón cubierto de agua, protegido por guamos, nogales, cedros, guayacanes y carboneros en los que se posan aves multicolores. Durante el recorrido se encuentra peña maciza, piedra de granito y bancos o zanjones de arena.
Los turistas en medio del recorrido disfrutan del tradicional fiambre montañero. Una peña sirve como comedor improvisado y bajo la sombra de un árbol desatan con cuidado la cabuya y desenvuelven las hojas de biao como quien destapa un regalo. Su contenido les da la energía para continuar con la caminata.
Durante los 19 kilómetros de aventura se disfruta del avistamiento de aves, senderismo y rápel por un peña de 37 metros de altura justo al lado de una cascada que con su sonido sosegador le genera tranquilidad al alpinista que se desliza por una cuerda doble sujeta a un anclaje. Y no puede faltar un chapuzón en los charcos en medio del cañón o disfrutar de los toboganes que la naturaleza misma diseño sobre las rocas.
Un sitio turístico cobijado por un cañón que también sirve como hogar de los guácharos que son testigos silenciosos de un paraíso a solo dos horas (37 kilómetros) de Manizales.
La vista y la altura se disfrutan con la práctica de rápel. Se desciende desde un peña de aproximadamente 37 metros de altura.
Un chapuzón en la caída de agua de una pintoresca cascada.
Los bancos de arena son el remate de la travesía.
Toboganes acuáticos formados por la propia naturaleza por los que los visitantes se deslizan.
La corriente de la quebrada Despensa baña las cuevas y peñas del Cañón de los Guácharos.
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