La aceptación de su inminente muerte le dio la tranquilidad de irse en paz al sacerdote Germán Llano Ruiz. A las 7:20 de la mañana falleció ayer en una casa de reposo y enfermos de Medellín, luego de dos meses de que le hubieran diagnosticado cáncer de hígado, y tras una vida dedicada a la Iglesia y a las comunidades con las que trabajó en sus parroquias de Caldas y Cundinamarca.
El domingo pasado decía que ya estaba preparado, “que ya quería irse para el Reino de Dios, sobre el que tanto había predicado”, recuerda su hermano Fernán.
Anoche en Puerto Salgar (Cundinamarca) esperaban su cuerpo para homenajearlo con una misa en el templo de la Santísima Trinidad, donde era párroco. Hoy a las 10:00 de la mañana lo despedirán en la catedral de La Dorada, y a las 4:00 de la tarde, en la de Manizales. Allí lo sepultarán en el mausoleo de sacerdotes del Cementerio San Esteban, una de sus últimas peticiones.
Vocación desde niño
La de Germán Llano Ruiz ha sido una familia de sacerdotes: cinco de los 14 hermanos se inclinaron por esa vocación. Alonso es obispo de la diócesis de Istmina-Tadó (Chocó), y Fernán, rector del Seminario Mayor de Manizales. Estos dos son los únicos de ese grupo que quedan vivos, y se les suma Álvaro, religioso de la comunidad de La Salle y rector en Pereira del colegio que lleva ese nombre. Ya murieron Carlos Ariel y Alejandro.
Nació en Marulanda en 1943 y fue el primero de sus hermanos en ordenarse como sacerdote. Su paisano Mario Amariles Ruiz, quien estudió con él la primaria en la escuela General Cosme Marulanda, lo recuerda como un niño “juicioso, pilo, amistoso y cordial”. Desde ese entonces, recuerda, se le notó la inclinación por el sacerdocio.
Fabio Marín, también marulandita y quien vivió esos años al lado de Germán, explica que este venía de una familia reconocida por su ferviente catolicismo, algo que puede explicar la vocación de buena parte de sus integrantes por ser parte de la Iglesia. Igual piensa Fernán, el hermano, quien explica que crecieron “a la sombra de párrocos”. A los 25 años Germán ya estaba ordenado, y salió para Salamina, donde se desempeñó como vicario parroquial entre 1970 y 1973. Ahí comenzó en forma su labor pastoral.
Su amigo Ovidio Giraldo, director de la Pastoral Social de La Dorada, recuerda que él mantuvo su fervor hasta el final. “Lo visité el viernes pasado, pero no hablamos. Estaba en unas malas condiciones. Ese día, sin embargo, hicimos un canto de alabanza y adoración a Jesús sacramentado y a la Virgen María”.
Su cercanía
Al hablar con quienes lo conocieron se evidencia que el padre Germán cumplió cabalmente con aquello de que el párroco debe ser un pastor de la comunidad. Le recuerdan actos como jugar fútbol con la gente, trabajar espiritualmente con campesinos y entregarse al servicio de los enfermos.
Esa impronta la dejó, en su orden, en Salamina, Villamaría, Victoria, Arma (Aguadas), Marulanda, Manzanares, Guaduas (Cundinamarca), La Dorada, Pensilvania y Puerto Salgar (Cundinamarca). Fue párroco de este último municipio hasta ayer.
Manzanares
Jesús Marulanda Henao
Lo recuerdo desde que estaba en el Seminario. Estuvo aquí recién ordenado, por tres meses. Después vino como párroco y dejó grandes obras, como la terminación de una torre de la iglesia, el piso terraza de la iglesia y el atrio. Hizo obras magníficas.
Wilson Giraldo Mejía
Recuerdo del padre Germán momentos muy gratos. El primero fue que nos unió en matrimonio hace exactamente 29 años, un martes a las 7:00 de la noche. Fue una persona muy espiritual, muy abierto a la gente, que lo quiso mucho cuando estuvo con nosotros. El otro recuerdo es que bautizó a mi primer hijo, Wilson David.
Pensilvania
Jorge Alberto Ríos, estudiante
Muy carismático, dejó la Pastoral muy bien conformada, la gente lo quería mucho porque siempre estuvo al lado de los más necesitados. Hizo la mejor Monaín que yo recuerde.
Fernando Giraldo, locutor
Siempre admiré su devoción, fue un sacerdote muy estricto, muy organizado y muy humano. Perdurará en la memoria y será parte de la historia de Pensilvania.
Yonni Betancurt, comerciante
Fui su sacristán y por eso lo conocí como muy buen ser humano, comprensivo, trabajador y honesto. Muy organizado y muy correcto en sus actuaciones. Le inyectó progreso a la parroquia, dejó obras en beneficio de la feligresía.
Rubelia Salazar, profesora
Su relación con los gremios fue excelente. Exigente, pero noble y condescendiente, trabajador y muy devoto. Fue un cura que caló muy bien. Son cortas las palabras para reconocer su vocación y su labor sacerdotal.
Bernardo Elías Alarcón, historiador
Dio ejemplo. De una férrea disciplina, supo llegar a la gente y recuperar gran parte de la devoción perdida en nuestro pueblo. Sus acciones materiales y espirituales se ciñeron al ordenamiento de la Iglesia, ganándose el cariño y el respeto de la comunidad. No pasó en vano por este mundo.
La Dorada
Jorge Tovar, director del PDPMC
Destaco su integralidad como persona y como sacerdote, su dedicación a la Iglesia y a las comunidades con las que trabajó. Durante un tiempo fue muy estricto, pero muy amigo. No pasó inadvertido debido a su liderazgo e independencia. Fue muy detallista, pues nunca olvidaba las fechas especiales, como cumpleaños. Fue de los pocos fundadores de la diócesis de La Dorada-Guaduas, hace 28 años.
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