EQUIPO PÚBLICO
LA PATRIA | MANIZALES
María Cruz Velásquez abre la puerta de su apartamento y resalta la buena iluminación que tiene debido al gran ventanal por el que se puede ver no solo la delgada cuerda que ató del balcón para extender la ropa, sino la gran zona boscosa que ve cada vez que corre las cortinas.
Ella, el próximo 30 de este mes, cumplirá un año de habitar uno de los 24 apartamentos del Portal de San José, ubicado en el barrio La Avanzada, que hacen parte del Macroproyecto de Renovación Urbana de la Comuna San José.
La mujer durante 35 años vivió en el barrio Estrada, pero por el proyecto vendió su residencia en $19 millones. "En esa casa crié a mis tres hijos. Era propia y de dos plantas. Tenía patio, cocina, comedor, sala y varias alcobas, pero por esa época enviudé y cuando uno pasa por una pena de esas la gente se aprovecha. Llegué aquí como atontada", dice.
Añade que a la hora de mudarse dejó varios enseres, al ser un espacio de 45 metros cuadrados, reducido en comparación a su casa, se llevó lo mejor.
El apartamento lo habita con dos hijos, lo recibió en obra negra, pero pintó paredes e instaló piso en cerámica para mejorar su aspecto. En la sala-comedor colocó cuatro poltronas con un centro de mesa de madera, una habitación la ocupan sus hijos y la otra, ella. En la cocina acomodó dos repisas.
"La diferencia es mucha, pero la convivencia con los vecinos es buena hasta ahora y eso ayuda".
Sin cama para tanta gente
Unos pisos más arriba está el apartamento de la familia de la Geraldin Pineda Herrera que está aún en obra negra y en el que vive con seis personas más, incluyendo niños.
En la sala-comedor adecuaron una improvisada alcoba, el equipo de sonido, una poltrona y una mesa rimax en la que juegan parqués.
Mientas acomoda las fichas comenta que el cambio es bueno y que sienten más seguridad, pues la Policía hace rondas y hacen diligencias sin problema, pues en la casa de dos plantas que habitaron por 36 años en el barrio Rincón Santo siempre alguien debía quedarse para evitar que se entraran los ladrones por el solar.
"Allá vivimos 10 personas. En el primero piso quedaba la cocina, el baño, el lavadero, el solar y el patio. En el segundo, las habitaciones. Extrañamos el patio, pues aquí los niños no tienen donde jugar".
Al ser tantos, explica que no vendieron la casa, sino que la canjearon por dos apartamentos, pues les ofrecían $21 millones por el inmueble. "Con eso no hacíamos nada. La casa era una herencia. Entonces en un apartamento vivimos siete y en el otro tres", comenta.
Las reglas
José Édgar Murillo Cruz, administrador del Portal de San José, expresa que todos los apartamentos los entregaron en obra negra, del mismo tamaño y con dos alcobas, sala-comerdor, baño y cocina.
"Cuando los entregaron nos dieron unos reglamentos. Por ejemplo las paredes no se pueden tocar, es decir, tumbarlas o remodelarlas para no afectar la estructura. Además, hay una promesa. Por 10 años no se pueden arrendar o vender", indica.
De los 24 apartamentos tres están desocupados por arreglos que hacen los dueños. Asimismo, son habitados por personas de barrios como San Ignacio, Galán, Estrada, Rincón Santo, entre otros.
Sobre la convivencia Murillo Cruz dice que es regular. "Como hay personas calmadas hay otras problemáticas. Los niños no tienen donde jugar, pero todo es costumbre".
En otros municipios
No solo en La Avanzada pasan por esa situación. En Palestina y Neira también algunas familias dejaron sus casas por apartamentos, pero del Gobierno Nacional.
En el apartamento 101 del bloque 2 del barrio Los Nogales, de Palestina, vive María del Carmen Rodríguez con ocho personas. El apartamento es de tres habitaciones, por lo que cinco duermen en el suelo. “Hay hacinamiento. Antes vivía en una casa amplia y tengo una niña en que necesita espacio para movilizarse, pues tiene una discapacidad”, sostiene.
El año pasado entregaron en este municipio 60 apartamentos de 40 metros cuadrados a 45 personas del programa Red Unidos y a 15 desplazados. Las soluciones de vivienda las distribuyeron en tres torres de apartamentos de cinco pisos cada uno.
Sin embrago, la mayoría de residentes están inconformes por el tamaño. “La cocina y el baño son pequeños. Además, no hay donde extender la ropa. Toca hacerlo en la calle”, expresa un habitante.
Otras quejas
Las grietas en algunas paredes y pisos, también molestán. “Unos ingenieros vinieron y dijeron que era normal. El edificio se estaba asentando, pues construyeron cerca de una caño y hay malos olores, zancudos y la única vía de acceso está en mal estado”, denunciaron.
María Virley Ramírez, del apartamento 103, dejó buena parte de sus pertenencias en otro lugar porque no le cabían. “Arrumé en la sala algunos electrodomésticos y debajo de la cama guardé otras cosas, pero la humedad de una pared me está dañando la ropa y el closet".
Para otros el panorama es desalentador, pues vivían en fincas o trabajaban en Arauca y ahora están desempleados. “El Estado nos dejó a la deriva, sin fuentes de empleo, ni subsistencia. No hay dónde sembrar. Montamos tiendas y no dan resultado. Nadie se interesa por nosotros”, comentaron.
En Neira
Azucena Salgado, Héctor Cortes, José Édgar Henao y Ana Salazar dejaron el campo para mudarse a los apartamentos del Gobierno Nacional en Cantadelicia.
Los esposos José Édgar y Ana administraban una finca y sus días transcurrirán ordeñando, cultivando, alimentando animales y buscando leña, pero al salir beneficiados con el programa del Gobierno Nacional, todo lo dejaron atrás.
"Es mejor tener casa propia. No nos arrepentimos, estamos contentos y por lo menos cuando alguno muera el otro no quedará desamparado", dijeron.
La otra pareja (Azucena y Héctor) vive en el primer piso de los apartamentos y al resultar beneficiados no dudaron en abandonar la vereda Pueblo Nuevo, en donde vivían en la casa de la mamá de Azucena.
"Vivimos con los cinco hijos. El apartamento es pequeño, pero al fin tenemos casa propia. Hay buenos vecinos y desde que no se metan con uno, todos vivimos bueno", concluyó.
Con la ERUM
Nestor Jaime Tabares Loaiza, gerente de la Empresa de Renovación Urbana de Manizales (ERUM), explica que para acceder al programa la gente tenía varias modalidades como entregar la vivienda, expropiación o postularse al Ministerio.
"En este momento hay 30 familias a las que ya les salió la resolución del Ministerio y son beneficiarias del programa. Otras 38 están en proceso. Sin embrago, suspendimos por un mes el contrato con el Consorcio Internacional, encargado de la construcción de 264 viviendas en el barrio La Avanzada, por el incumplimiento en el cronograma de obras. El pasado 17 de marzo se venció el plazo de los 13 meses que les dieron".
No obstante, esta semana en una reunión en Bogotá definirán si continúan o no, de acuerdo a una conciliación, para no ir a un pleito legal.
Sobre la convivencia, el funcionario segura que la ERUM a través de trabajadoras sociales hacen jornadas de integración y capacitación para la sana convivencia. Asimismo, el área de gestión social realiza inducciones y socializaciones para evitar conflictos, pues los residentes no están acostumbrados a vivir en comunidad y en espacios cerrados.
Estrechos en Palestina
*Marina Quintero
Nos acomodamos como podemos
*Blanca Cuervo
Estoy contenta y no estoy estrecha.
*Martha Janeth Martínez
Regalé cosas para pasarme. Dormimos en el suelo.
*Martha Pérez Arango
Somos seis y en la noche bajamos colchones para dormir.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015