LAURA SÁNCHEZ
LA PATRIA | MANIZALES
La temerosa falda de La Moravia tiene todos los méritos para ser recordada así por lo pendiente y fangosa. Caminar por ella es entrar al silencio dentro de un canalón oscuro de lodo que alcanza las rodillas de los caminantes.
Este camino comercial existe desde 1890, fue construido para aliviar el tráfico de Fresno a Mariquita. Las otras opciones de alta circulación con mulas y bueyes eran La Elvira y el Ruiz, también estrechos y fangosos. El final de La Moravia comenzó en 1922 con el cable aéreo y sus estaciones que comunicaban a Manizales y a Mariquita.
Unos 130 años le han pasado al camino y no se ha borrado. Sigue siendo recorrido por habitantes de estas montañas, vecinas del volcán Cerro Bravo, y a su vez se han resistido al tiempo y a la distancia, a la guerra y al olvido.
También por estas travesías han pasado caminantes que empiezan sus viajes desde la vereda Chupaderos (Neira) hasta Montebonito (Marulanda) o La Libia (Tolima). Los Barranquillos,un grupo de Manizales, lo hicieron en dos días.
Luis Alfonso Mejía, de 67 años y de 25 atravesando ríos y montañas y será el guía en este recorrido que exige cuerpo y mente, paciencia y sudor. A las 5:00 a.m. debe estar listo con todo el equipaje, asegúrese de que esté todo: agua, comida, impermeables, luces, aislantes y un botiquín de primeros auxilios, cumpliendo con una lista de Luis Alfonso.
Del Alto del Guamo a Hoyo Frío (Manizales), y de ahí hasta Chupaderos, La Guajira, La Moravia, Brasil y La Libia. Hay mapas GPS que indican el camino, pero ninguno tan preciso como la buena memoria de Luis Alfonso, que carga una maleta de unos 30 kilos y un termo de café.
En un bolsillo guarda lapicero y cuaderno para hacer sus propios trayectos y directorio telefónico. Después lo dibuja en Microsoft Paint, señalando las fincas y ríos, todo lo que tenga nombre en el camino.
Se empieza a las 8:30 a.m. subiendo y dándole paso a las mulas cargadas, atrás queda la escuela San Luis Gonzaga, de la I.E. Roble, y la casa de Chupaderos en donde Juliana, de 7 años, que despide a los caminantes.
La travesía a La Moravia comienza en la vereda Chupaderos (Neira).
Comienzo a la subida de La Moravia, en la vía a la finca La Guajira.
Paso por la cordillera
Luis Alfonso recita la historia, dice que en libros hablan de un promedio de 10 mil bueyes y mulas que transitaban, debían pagar un peaje por cada animal que atravesara el camino.
Él empieza sus recomendaciones nacidas de la experiencia: “Para caminarlas hay que hacerlas muy despacio por la presión de la altura. Desayunamos en La Plancha y se sigue hasta la finca Corea y de ahí a la quebrada de San Julián. Luego a la finca La Guajira y se sube a La Moravia. Después se duerme en Brasil para subir en la mañana siguiente a La Libia”.
Tiene una advertencia clara: cargue un alimento de mercado. Lo que usted quiera, puede ser arroz, fríjol, lenteja, pero no se aparezca en la caminata sin él. “Son pueblos fantasmas que necesitan alimentos. No hay puesto de salud, no hay escuela, quien se enferma debe salir en mula”, expresa Luis Alfonso, quien recolecta alimentos para entregarlos en donación a los habitantes de Brasil en donde se pasará la noche
Ascenso a los canalones de la empinada falda de La Moravia.
Atravesados por historia
El mercado de los caminantes lo recibió Luz Dary Sepúlveda, en Brasil. Integra una de las cuatro familias en un poblado que albergó hasta 40 familias. Vive con su esposo.
Sus hijos viven en El Zancudo y en La Moravia. “Nací aquí, acá me casé con Aristides Ortiz y me quedé. Mi esposo trabaja 'enmatonando' (removiendo maleza) en los potreros”.
Brasil es la sombra de lo que fue, un centro de vida comercial metido en un cañón y detrás de un volcán. Tiene una soledad que acompañan cuatro familias y que cada seis meses se nutre de más.
Luz Dary cuenta que las casas, algunas adornadas por flores vivas, tienen propietarios que son sus mismos vecinos de siempre: “Quedamos solos porque la gente se fue a darle estudio a los hijos. Siempre vienen de vacaciones. Las casas tienen dueño”.
Un primo que vive en Manizales le presentó a Luis Alfonso y le dijo sí a hospedar y alimentar caminantes. También coordina con su hijo y yerno la carga de equipaje en mulas. “Me ha parecido bueno para uno ganarse la platica porque por acá es muy difícil trabajar”. Mover una economía entre pocos habitantes es difícil, se apoyan en el trueque entre algunos vecinos y en venta de alimentos en La Libia.
Sus vecinos poco hablan de la placa que hay en la entrada a Brasil, por el río Perrillo: “En memoria a las víctimas del conflicto armado en la región. Héctor Mario Muñoz, Mario Muñoz, Rodrigo Rodríguez, Dorance Ossa y para los muchos más que no quedaron grabados sus nombres, pero que vivirán por siempre en nuestro corazón”.
Al mencionar estos nombres solo hay silencio, de la misma guerra silenciada del Eln y Farc que pasó por Brasil y de la que solo se habla mediante esta placa del 2018 como parte de una recuperación colectiva de la comunidad y coordinada por la Unidad de Víctimas. También es un silencio de resistencia que se cuenta con cada casita decorada con flores vivas y coloridas.
Ese parece que es también el silencio del pasado reciente. En mayo del 2019, la Sijín y la Fiscalía capturaron a 10 hombres sindicados de integrar el Eln y que habían centrado su accionar criminal en el Letras y Herveo (Tolima). Las autoridades aseguraron que ellos sembraban miedo en La Libia, El Zancudo, Letras, Herveo, Delgaditas y Brasil.
Luz Dary Sepúlveda en la cocina de la casa de su suegra, en donde hospeda a caminantes.
Casas de Brasil.
Gustos comunes
Jorge Valderrama, ingeniero industrial, estaba en el grupo de caminantes. Es la segunda vez que hace La Moravia. El porqué la recorre de nuevo es su interés histórico.
“Es de los caminos de arriería que tuvieron mucha importancia en la región por su transporte de mercancías. Sobre las huellas de ese camino reposan miles de historias, gente y lugares que constituyen nuestra memoria histórica y cultural. Quienes conocemos el camino somos responsables de documentar y preservar el interés por este camino”.
Un gusto que comparte Diego Andrés Álvarez, profesor de la Universidad Nacional sede Manizales, y con quien Luis Alfonso hizo la primera ruta de exploración. “Los caminos están intactos y ese ambiente de hace 100 años uno todavía lo vive porque hay muchas casas sin luz. Me recuerda a mi niñez y por eso empecé a leer historia caldense”.
Explica que Manizales tenía tres caminos: El Ruiz, La Elvira y La Moravia. Para llegar a este último se basó en un croquis que elaboró el exgoberandor Guido Echeverri, otro apasionado por la historia. “Me di cuenta que el camino de Manizales a Marulanda era La Moravia, que se desviaba en la finca La Guajira. Ya había conocido un pedazo”.
Diego Andrés y Luis Alfonso y otros más hicieron varios intentos para llegar hasta Brasil este histórico camino, pero ahí no termina. “Desde Brasil hasta Padua, según los campesinos, está perdido. Creo que soy capaz de rescatar ese camino, debo organizar a un grupo para terminar ese camino. Ahora hay mejores fotos satelitales y hay que hacerlo”, concluye Diego Andrés.
Camino rocoso que comunica a Brasil con La Libia.
Algunas casas abandonadas en el camino a La Libia.
Historia
Como hacía falta otra vía hacia el puerto de Honda el Concejo de Manizales autorizó la construcción de un nuevo camino, que se especializara en el transporte de mercancías de importación y exportación.
Su construcción empezó en 1890 por una sociedad conformada por los empresarios Pantaleón González, Pedro Uribe Ruiz y Manuel María Grisales. La ruta era la siguiente: Manizales – Hoyo Frío – San Pablo – Falda de La Moravia – aldea Brasil – Fresno – Mariquita y Honda.
Aunque este camino era difícil, porque había que bajar la tenebrosa falda de La Moravia, también fue utilizado por las familias antioqueñas que viajaban al Tolima para establecerse como colonos en las faldas de la Cordillera Central. (Información del Banco de la República)
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