LA PATRIA | Manizales
El último día de Marisol Manrique como alcaldesa de Norcasia fue corriente, hasta que acabó su labor. En la mañana acompañó a unos turistas, en la tarde se reunió con sus funcionarios y en la noche se topó con la muerte. Leonardo Giraldo, esposo, homicida y suicida, le puso final a su mandato.
Laura y Valentina son el fruto de lo que por años fue una unión sólida entre Manrique y Giraldo. La primera ya festejó sus 15 años y la segunda apenas cumplió 4. Huérfanas, ahora sobreviven a sus padres, quienes se marchan de este mundo a los 32 años.
Desde principios del 2014, la mandataria instaló su vivienda a dos cuadras de su despacho. Allí vivía con las niñas, sin Leonardo. "Se habían separado por problemas conyugales", dice José Pardo, amigo personal y presidente del Concejo Municipal. El domingo anterior, José acudió a la mesa de Carmen Garzón, madre de la alcaldesa, a compartir un arroz con pollo: "Marisol me dijo que quería apoyar a Óscar Iván Zuluaga para que llegara a la Presidencia, porque Zuluaga le dijo que si ganaba se la llevaba para un puesto en el Gobierno y traía obras al municipio".
Ayer fue un día de consternación en Norcasia. Mientras familiares y compañeros de trabajo viajaron a La Dorada para reclamar el cuerpo sin vida (fue trasladada de urgencias a ese municipio) en las calles de su pueblo originario la gente no podía creer que estuviera muerta.
Homicida y suicida
Leonardo Giraldo era comerciante y tenía una moto. En compañía de su esposa, antes de que fuera mandataria, tuvo una venta de celulares al lado de la iglesia. Ofrecían planes de minutos y todo tipo de aparatos móviles. Además tenían servicio de envío y recibo de giros. Cuando Manrique fue elegida alcaldesa, Giraldo se mantuvo en el negocio y lo trasladó a un nuevo local.
"Lo conocía desde el 2005 y era un hombre alegre, fiestero, nada grosero", precisa Fáber Alberto Osorio, secretario de Gobierno y exsocio de Leonardo, quien aparte de distribuir teléfonos se ganaba la vida con el estanquillo Sol y Viento, en el parque principal. "Es increible lo que hizo porque era un tipo joven y trabajador. No me parece que fuera peleón", opina Jorge Garzón, secretario de Hacienda.
Día final
La mañana del jueves pasado estuvo como anfitriona de unos turistas llegados desde Cocorná (Antioquia). Les acompañó a conocer el municipio y a que volaran en parapente; aunque "le gustaba la adrenalina", señala el concejal José Pardo, no se animó a volar con sus invitados. "Antecitos de la 1:00 p.m. la vi pasar acompañada de unos señores. Fue la última vez", precisa José, entre el llanto que le corta la voz.
Efecto de su profesión de psicóloga, Manrique administraba sus emociones. "En cuanto a la revocatoria de mandato que le quería hacer la oposición, ella decía que las cosas iban bien y que la iniciativa no iba a llegar a las urnas. Se veía tranquila", cuenta el secretario de Hacienda.
"A las 2:30 la llamé al celular y hablamos de temas laborales. Me habló normal, como cualquier día", recuerda el secretario de Gobierno. Pero minutos después ella recibió, en su oficina, al secretario de Planeación: "Nos dimos un fuerte abrazo porque estaba bajita de ánimo. Estuvimos hablando un rato".
Entre las 4:00 y las 5:30 p.m se reunió con los secretarios de despacho. Hubo refrigerio y se habló de temas administrativos. Iban a ser las 7:00 p.m. cuando la alcaldesa dejó su oficina. A esa misma hora y a no más de dos cuadras de la Alcaldía, Fáber Alberto Osorio vio pasar a Leonardo en su moto. Hubo un saludo a la distancia, pero Fáber no vio que el otro portara un arma. "Leonardo quería volver y tenía varios días insistiéndole", comenta un allegado a la familia.
En las dos horas siguientes Marisol y Leonardo se encontraron e ingresaron al apartamento. A 20 metros de distancia, en su residencia, Jorge Garzón no se explica porqué no escuchó disparos.
A las 9:05 de la noche, el secretario de Planeación, Edwin Sánchez, salió de la Alcaldía y vio gente que corría en dirección a la vivienda de la alcaldesa: "Decían que había pasado algo y me fui detrás. Cuando llegué encontré una aglomeración de gente y el carro de la Policía". Se acercó y vio a dos hombres que cargaban a Marisol. La subieron a la patrulla y arrancaron a toda velocidad para el hospital: Leonardo le había descerrajado dos disparos a quemarropa, uno en la cabeza y otro en la mano: después, acabó con su propia vida.
Aferrada a la vida
No murió de inmediato. Inconsciente, su cuerpo luchó por sobrevivir. Primero la estabilizaron en el Hospital de Norcasia, pero tuvieron que remitirla a la Clínica Celad de La Dorada. Después quisieron llevarla a la Base Aérea Germán Olano de Puerto Salgar (Cundinamarca) para enviarla en un avión hacia Bogotá, pero en ese trayecto padeció dos paros cardiorrespiratorios: peleaba con todo frente a la muerte: tuvieron que desviarse a la unidad de urgencias del Hospital San Félix. Allí le aplicaron sangre y la reanimaron. Hubo una esperanza. Se enrutaron otra vez hacia la base, pero en el camino se apagó: pudieron más los disparos que la voluntad de vivir. Murió a la 1:50 p.m.
Administración enlutada
"Es un dolor muy grande. El pueblo está en un silencio sepulcral. Que daño tan grande", comentó José Pardo, presidente del concejo de Norcasia, quien desde el 2010 acompañó a Manrique en política. "Nos parece una pesadilla. Todavía no creemos lo que pasó", expresó Jorge Garzón, secretario de Hacienda.
Manrique hizo historia en Caldas porque en enero del 2012 llegó a la Alcaldía de Norcasia, apoyada por el Partido de la U, luego de derrotar en las elecciones de octubre del 2011 al Partido Liberal.
El municipio, con siete mil habitantes, estuvo bajo el dominio del liberalismo desde que dejó de ser un corregimiento de Samaná en 1999. Para las elecciones de alcalde del 15 de mayo del 2005 solo se presentó el liberal Jorge Andrés Mejía, quien venció con 2.191 votos al voto en blanco, que llegó a 115.
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