Hay muchos peros...
Señor director:
Definitivamente, la aceptación que el señor Presidente de la República hizo de los resultados del plebiscito del 2 de octubre, en que salió derrotado un proyecto de acuerdo precipitadamente firmado, en una parafernalia ridícula de bombos y platillos internacionales, fue una aceptación de palabra, no real. Y su decisión es la de imponerle al pueblo colombiano lo por él pactado con el grupo criminal de las FARC. No tiene ningún sentido que ahora nos presente dizque un “nuevo acuerdo” , en el que el setenta por ciento, por lo menos, está constituido por el mismo texto rechazado por los colombianos en octubre.
La lectura del segundo texto me resultó más fatigosa aún que la del primero; que ya es mucho decir. Algo que pretenden radicar ante organismos internacionales y dejar como texto normativo junto a la Constitución, merecería ser revisado desde el punto de vista gramatical y lingüístico por alguien capaz de expresarse con corrección; esto sería lo mínimo, y no tendríamos un bodrio tan vergonzoso en materia de redacción y lenguaje. Pero eso no parece importar, ¡qué lástima!
¡Pero!... Sí, hay uno y muchos peros... Se mantiene la intolerable impunidad para los principales responsables de las infamias que durante diez lustros se han cometido en Colombia; una impunidad camuflada con una vereda como cárcel... mientras tantos colombianos que han sido juzgados por delitos mucho menores se pudren por años y años en ergástulos infames e inhumanos.
No es suficiente una primera, rápida y dificilísima lectura del nuevo texto, para formarse un concepto suficientemente esclarecido y seguro de lo “acordado”, de lo que se nos va a imponer... Pero en el conjunto del farragoso texto siguen apareciendo las orejas del lobo; hay un trasfondo de materialismo, de socialismo siglo XXI, de ateísmo, de injusticia, de una búsqueda de paz no importa cuáles sean los valores que se sacrifiquen en sus aras. Hay un proyecto de nación del que está ausente cualquier inspiración cristiana.
Este análisis somero me lleva a preguntar: ¿no equivale este propósito de que aceptemos el “nuevo acuerdo”, a un real desconocimiento del veredicto dictado por los colombianos el 2 de octubre? Creo que sí. Y entonces, se trata de un auténtico conejo dictatorial al pueblo colombiano, de una burla refinada a la nación que se expresó en esa jornada plebiscitaria.
Mario García Isaza
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