María Clara Botero Villegas falleció el pasado 16 de abril en Cali. Reciban un abrazo de condolencias sus hijas Cristina, Paula, Claudia y Miriam Obando Botero; sus nietos, y sus hermanas Rosa Inés Botero de Echeverri y María Cecilia Botero Villegas, a sus tías Pilar Villegas de Hoyos y Clarita Villegas de Arbeláez, y demás familiares y amigos. Durante las honras fúnebres que se celebraron el 20 de abril en la Ermita San Gabriel de Cerritos (Pereira), su hija leyó estas palabras de despedida:
Los súper héroes nunca mueren…
Desde que tengo uso de razón siempre vi a mi mamá como un súper héroe. Una mujer maravillosa que además de divina e inteligente era una mamá excepcional de cuatro hijas y el eje de toda una familia. Tenía tiempo y cabeza para todo.
Esta mamá estudiaba, manejaba fincas, hacía tareas con nosotras, nos enseñaba todo sobre la vida… nos enseñó a ser grandes, a ser honestas, a ser buenos seres humanos.
Mi mamá fue además siempre vigente, de mente abierta. Hizo que nosotras con nuestro criterio tomáramos las decisiones correctas mientras ella en silencio observaba y esperaba. Recuerdo que nunca nos dio hora de llegada, solo decía: tú vas a saber a qué horas regresar.
También era arriesgada y aventurera. Nos quedó pendiente el parapente y el bungee jumping. Cuando yo salté estuvo conmigo en el celular hasta el último minuto… se lo gozó todo.
Le encantaba aprender todos los días algo, cuestionaba y analizaba todo. Tenía una fascinación especial por los mapas, la historia, entender todo lo que pasaba en el mundo; ese radio inseparable, la chocolatina Jumbo, el tinto, los menjurjes que se tomaba, la música: desde la clásica, hasta el regaetton, y Ricardo Montaner. El campo, los paisajes, su Veragüas, sus hijas.
Mi mamá, mi mejor amiga y también lo puedo decir por mis hermanas. Esa amiga abierta e incondicional a quien siempre le pudimos hablar sin miedo, sin misterios de todos los temas sin excepción y para todo siempre hubo un consejo sabio e inteligente. Una amiga tan increíble que también pudo serlo de su nieta, su niña del alma, de otra generación y con intereses tan distintos. Me impresionó en Semana Santa cómo hacía tareas con Isa. Era una tarea bastante compleja de historia y mi mamá hablaba de todo con conocimiento absoluto; nombres, fechas, momentos. Isa tomaba atenta nota y la miraba con fascinación.
Para sus dos chiquitos, “Papita” como le decían, era la amiga de amores y juegos. Ellos no querían salir de su cuarto nunca. Sus abrazos infinitos, sus besos dulces; ese amor tan intenso… Papita…
¡Gracias y gracias mamá por todo, por quienes somos y por la vida!
Mi mamá, un samán enorme, verde y fuerte, de raíces profundas, con ramas firmes, largas y verdes… protectoras. Un árbol siempre hermoso y firme a pesar de las tormentas y vendavales.
Los súper héroes nunca mueren, por eso mi mamá está y estará siempre presente en nuestros corazones y recuerdos. Presente cada día porque nuestra esencia es ella.
Te amamos mamá. Te amamos y te extrañamos. Un vacío insoportable que solo con resignación y fe podremos soportar.
Tu hija, tu bebé, Miriam.
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