Hacia la igualdad de las mujeres
Señor Director:
Ahora que se viene hablando del Día de la Mujer en distintos escenarios y por diferentes motivos, considero oportuno recordar algunos planteamientos con respecto a la posición de las mujeres en esta época contemporánea.
La Internacional Socialista de Mujeres, así como muchas organizaciones de mujeres y personas que se pronuncian por la igualdad, han trabajado en el último milenio por lograr el ascenso de la posición de la mujer en todos los aspectos de la vida social, tanto en el plano nacional como en el internacional. Sin embargo, no hay todavía en el mundo un solo país en donde mujeres y hombres gocen de plena igualdad.
No obstante, allí donde existe la voluntad política, la igualdad se convierte en una meta alcanzable. Determinar que tanto en la teoría como en la práctica todo ser humano es igual, no significa que este aspecto tiene que ser reconocido y respetado por todo ser humano de forma equitativa, sino también, que es necesario tener en cuenta la diversidad y las condiciones objetivas en las que uno se desenvuelve.
De todos los acontecimientos que caracterizaron el siglo pasado y lo que ha corrido de este siglo XXI, la transformación del mundo de la mujer representa una de las revoluciones sociales pacíficas más trascendentales. En la actualidad un mayor número de mujeres vive mejor que sus madres en cuanto a su situación socioeconómica y a su capacidad para ejercer libremente su voluntad, tanto en el dominio de la vida pública como en el de la privada.
El progreso hasta la fecha es alentador, sin embargo, hasta ahora no se ha alcanzado plena y auténtica igualdad para las mujeres, y se observa que en muchos países han sido revocadas algunas de las conquistas que se habían logrado. En algunas regiones, las mujeres están apenas iniciando el maratón y otras han avanzado un buen trecho.
Subsiste una considerable disparidad entre distintas regiones y países, pero hay varios elementos comunes que determinan el pertinaz desequilibrio de los géneros. En primer lugar, ni las responsabilidades familiares se comparten equitativamente ni hay equidad desde el punto de vista de la posición socio-económica, pues persiste la remuneración desigual por el trabajo de igual valor. En segundo lugar la violencia contra las mujeres sigue siendo una constante diaria.
Por último, los procesos de tomar decisiones finales continúan, mayoritariamente, en manos de los hombres. Incluso en aquellos países en donde los logros de la mujer han sido más importantes y en los que el Estado ha aprobado instrumentos legislativos para promover la igualdad, persiste la contradicción entre hombres y mujeres. Dada esta disparidad entre la teoría y la práctica, es necesario superar una concepción puramente abstracta. Es un imperativo vencer estas limitaciones a través del liberalismo con la Social Democracia.
Además, en muchos países no se ha legislado en favor de las mujeres, las que legalmente quedan así en calidad de menores de edad para toda su vida, sujetas a un código familiar o a un status personal que va en detrimento de su dignidad.
Por último, debemos considerar también, según Eduardo Verano de la Rosa, que "algunas regiones del mundo, incorporadas a la globalización a través del neoliberalismo, presentan indicadores sociales alarmantes que impiden las posibilidades de avance de la condición femenina".
Mario Amariles Ruiz
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