Contaminación ambiental, Manizales
Señor Director:
No es mi intención insultar ni afectar negativamente a nadie, sino más bien, basado en observaciones empíricas, hacer un comentario sobre un aspecto quizás desatendido de la calidad de vida en Manizales y su impacto en el bien común de los manizaleños... y, por ende, hacer pensar al lector, ojalá entre ellos algunos dirigentes; y a largo plazo al menos ojalá motivar una discusión que creo necesaria por el bien de todos, especialmente el de los más jóvenes.
Vuelvo a Manizales después de casi 4 décadas de vivir por fuera y encuentro un sitio con muchos pros y muchas cosas buenas, pero me impresiona la contaminación ambiental de una ciudad que en mi niñez permitía respirar aire puro, sin duda alguna, y se jactaba, con razón si bien recuerdo, de la pureza de sus aguas, lo cual ahora también es historia. Noto arterias viales que desafortunadamente se han vuelto casi cámaras de gases tóxicos, emanados principalmente por busetas y otros vehículos de transporte público que expulsan visibles y atroces bocanadas de humo negro en cada cambio, 3 o 4 veces después de cada parada; y que paran una y otra vez, donde les parece y sin orden aparente alguno, a veces más de 1 vez por cuadra. Hablo principalmente de la Avenida Santander, quizás la mayor arteria vial de la ciudad, pero seguramente que también sucede en muchas otras vías de la ciudad.
Los resultados se notan claramente en la deficiente calidad del aire que se respira dentro de la ciudad, especialmente a lo largo de dichas vías, lo cual me parece un problema serio de salud pública... y además se nota fácilmente deterioro en la limpieza de las fachadas de la mayoría de las edificaciones por toda la ciudad, lo cual me parece también un problema serio, desde el punto de vista estético, particularmente cuando se habla de incentivar el turismo y hacerlo parte vital de lo que mueve la economía local.
Sin ni siquiera ir más allá de nuestras fronteras colombianas, he hecho comparaciones también empíricas con otras ciudades como Bogotá, Medellín e incluso Pereira... y me da tristeza ver que estamos en condiciones aún más desfavorables que ellas, lo cual confirma en mi mente que es un problema de apatía o de falta de voluntad política más que cualquier otra cosa.
Ahora que se habla tanto del respeto a la naturaleza, de los problemas ecológicos y del desarrollo sostenible... ¿no será ya hora de abordar el problema y de retomar un camino con una visión más a largo plazo, aunque sea tan solo por las generaciones que nos siguen?
Cordialmente,
Mauricio Jaramillo
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