Demolición sin consideración
Señor Director:
Con sorpresa observamos cómo se producen hechos impactantes en la destrucción del patrimonio local sin que nadie se manifieste, en momentos tan circunstanciales como lo es la declaratoria de la región como Patrimonio de la Humanidad en razón de sus Valores ambientales.
La bella casona de “La Alhambra” ícono de la Arquitectura Rural, que por razones del desarrollo urbano fue rodeada por las urbanizaciones del oriente de la ciudad fue demolida sin la menor consideración y sin que los organismos competentes a saber: Consejo Territorial de Patrimonio, Planeación Municipal, Curadurías Urbanas Primera y Segunda, se manifestaran y posiblemente ni se hayan dado cuenta.
Esta estética edificación rural estaba localizada hasta hace pocos días cerca al puente de La Libertad, frente al distribuidor de circulaciones hacia la Avenida Panamericana y la Avenida Alberto Mendoza Hoyos que conduce al Batallón Ayacucho y fue siempre un referente de la Arquitectura Rural de la Colonización Antioqueña que alojó una de las distinguidas familias que poblaron la naciente ciudad después de su fundación en 1849. Esta casa fue maravillosamente bien conservada por sus propietarios y descendientes durante muchos años. Posteriormente y en épocas más recientes fue restaurante de gran distinción y renombre y en período más contemporáneo llegó a ser discoteca.
No se concibe su destrucción como única solución posible para desarrollar el área y sus terrenos aledaños.
Ejemplos hay muy significativos de desarrollos urbanísticos alrededor de una edificación simbólica de gran valor artístico arquitectónico y cultural como lo era la Casa de La Alhambra.
Para muestra un botón: El Centro Comercial Hacienda Santa Bárbara, localizado en la carrera 7ª con calle 115 de Bogotá, sector de intensa actividad urbana con múltiples usos, partió de aprovechar la Bella Casa de la Hacienda con todos sus valores originales para desarrollar un espectacular proyecto de comercio que es un referente urbanístico de la gran urbe con gigantescos edificios al costado opuesto sobre la carrera 7ª, los cuales contribuyen a resaltar aún más la belleza característica y tipología de este tipo de edificaciones recuperadas y ennoblecidas.
¿Hasta cuándo la indolencia, el desinterés, la desidia permitirán que desaparezcan joyas urbanas y rurales que nos han resaltado como comunidad y sociedad?
En otras latitudes este hecho habría causado una gran conmoción en los círculos administrativos gubernamentales e institucionales. Solo en comunidades muy primitivas hay tanto desinterés, ignorancia y desprecio por sus valores.
Existe todo un marco legislativo y jurídico que protege este tipo de edificaciones pero en nuestro medio es letra muerta.
Pareciera que el único uso posible para el predio aludido y sus alrededores, es el de casas y apartamentos de gran valor y manufactura, destinados a la especulación urbana. No hay cabida para sentimientos, nostalgias ni valores ambientales.
Hay que arrasar con lo que impide el lucro, no importa su valor intrínseco.
Respetuoso saludo,
Arq. Benjamín Patiño Toro
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