- Don Alfonso
Palacio Balbín –
Señor Director:
Nos congrega este momento solemne, doloroso y, por qué no decirlo, glorioso, de un maestro ilustre: Alfonso Palacio Balbín.
Tanto los compañeros como los discípulos y amigos lo admiramos y lo respetamos.
Él se constituyó en uno de los valores como maestro en nuestra sociedad.
Más de media centuria al frente de la niñez y de la juventud.
Don Alfonso, ejemplo de un hombre íntegro en su vestir, en su seriedad y en su gran autoridad en el saber.
No necesitaba imponer el orden al discípulo díscolo.
Su pedagogía en el discurrir de la clase concentraba la atención.
Su propiedad en la explicación clara y sencilla, no obstante la dificultad en ocasiones, lograba la atención de todos.
La gráfica en el tablero cuando de Anatomía se trataba, impresionaba grandemente.
Pregunta iba y venía de parte y parte y la clase no se sentía.
A todo esto, el resumen, la repetición y el ejercicio.
Luego seguía la tarea y la lección.
Y, eso sí, ¡ay del que faltara con el cuaderno y en el examen oral!
¡Cuántos conservan esas correcciones del maestro consagrado y, cuántos esperaban el "1" o el "0" con sus gracejos consabidos!
Con el maestro Alfonso Palacio había que estudiar o no pasaba.
Él era exigente llegando a rígido, mas no injusto.
Él daba lo máximo, pero también exigía en la misma medida.
Era el maestro sin pereza para trabajar; nunca se presentó a clase sin la debida preparación.
Siempre corregía las tareas a conciencia y era amigo de llamar la atención sin herir pero en forma severa.
Nunca fue amigo de alcahuetear y menos de regalar.
Respetable auditorio, estos son los maestros que necesita la sociedad.
Que sean ejemplo.
Que sean exigentes, mas no injustos.
Estos son los maestros que están reclamando los medios de comunicación ante la debacle que nos agobia.
Que sean respetuosos de los derechos del niño y del joven, pero exigentes del deber.
Maestros que formen a los ciudadanos del mañana.
Así, tendremos dirigentes ajenos al abuso y a la corrupción.
Así, tendremos profesionales servidores y no explotadores.
Así, tendremos comerciantes honestos y no estafadores.
Así, tendremos sacerdotes que lleven a Dios mediante la práctica del evangelio.
Así, tendremos padres de familia que amen a sus hijos sin perder la autoridad.
Así, tendremos finalmente, gobernantes libres de intereses ajenos a los pueblos.
Compañero Alfonso Palacio Balbín, hombre de origen antioqueño, quien hizo sus primeros estudios en Santa Rosa de Cabal, su tierra natal. La secundaria en el Liceo antioqueño de Medellín y luego en la Universidad de Santiago de Cali donde adelantó su primeros años en la Facultad de Medicina.
Factores económicos, pues su padre falleció tempranamente y se vio en la obligación de abandonar sus estudios y tener que trabajar en la docencia para sostener a su señora madre y hermanos.
Apía, Montenegro y Pereira en el Deogracias Cardona fueron testigos de sus enseñanzas.
La gran parte de su vida la pasó en el Instituto Universitario y fue catedrático en el colegio de Nuestra Señora y el Colegio de Cristo. Además fue profesor de la escuela Bellas Artes de la ciudad.
Presentamos a su señora esposa doña Olga, sus hijos y familiares el saludo en nombre de la comunidad.
Don Alfonso pasará a la historia de Caldas como uno de los mejores educadores.
Descansa en paz querido amigo, compañero y hermano en el Señor.
Ernesto Quintero Gil
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