¿Qué futuro le espera a la niñez y a la juventud?
Señor Director:
Hace unos meses la revista Semana dio a conocer las apreciaciones de un sicólogo australiano respecto a la manera como las exigencias de la publicidad amenazan y hacen daño a la población femenina. Steve Biddulph no solo ve con tristeza que las niñas están perdiendo el derecho a disfrutar su infancia, sino que esto podría tener graves consecuencias en la adolescencia, como depresión, alcoholismo, bulimia, anorexia, embarazos no deseados e incluso suicidios.
Si miramos en nuestro entorno, tenemos que identificarnos con Biddulph; es lamentable el cambio de actitud que ha sufrido la población infantil femenina en la última década; atrás quedaron los juegos infantiles con las muñecas, vajillas de té y demás elementos que tanto disfrutamos y que reflejaban la feminidad y delicadeza tan propias de las niñas y futuras mujeres. Hoy en cambio, la preocupación de las niñas desde la más tierna edad es su figura, puesto que el mundo actual les ha impuesto roles para que sean atractivas y reconocidas por una sociedad hedonista, fría, materialista. Lo más alarmante es que los padres de familia sucumbieron ante estas exigencias y no escatiman esfuerzos para que las muchachitas se “maduren biches”; obviamente que esta madurez material las lleva a experimentar una sexualidad precoz que las convierte en mamás a los 11, 12, 13 añitos. Es lógico que la maternidad no es la única consecuencia de la madurez prematura de las niñas de hoy. Cuántos vacíos y frustraciones sienten porque ni su cuerpo, ni su rostro cumplen con los estándares impuestos: sexis, delgadas, competentes. Peor aún, el incremento de prostitución, de abortos, suicidios.
Recientemente el padre Efraín Castaño publicó una columna titulada: “Riqueza callada”, que ojalá haya sido leída por padres de familia, educadores, jóvenes y adultos; que al igual que el artículo de Semana, debe llevarnos a todos a reflexionar sobre diversos aspectos que están contribuyendo al deterioro cada vez más grande de la sociedad, muy especialmente de la juventud. Pero no basta solo la reflexión, porque como bien lo dice el columnista: “todos pasivos mientras cada noche emana abundante la enseñanza a nuestras niñas y jóvenes sobre todo cómo lucir su cuerpo, sus encantos naturales de la edad y hacer de todo ello camino de dinero y placer; no seamos ciegos; la televisión vende y muchas seguirán hipnotizadas con las aventuras nada edificantes de la chica prepago abriendo una manera de ganar y figurar”.
Se deben buscar mecanismos que controlen las programaciones de televisión, es inaudito que su atractivo para mantener la teleaudiencia, tengan que ser este tipo de programas, así como el heroísmo al que ascendieron a los más grandes criminales que han existido en Colombia. ¡Por Dios! ¿A qué civilización hemos llegado? Justificar la presentación de estos seriados con el sofisma que quien no conoce su historia está sujeto a repetirla, es la falsedad más grande. Hasta ahora no se conoce ningún resultado positivo de saber la vida de los capos, ni de los fundadores de las autodefensas, menos aún de las prepago. Al contrario, día a día la violencia presenta modalidad más diversas en las mismas instituciones educativas, en las cárceles, en las altas y bajas esferas de la sociedad; al igual que aumenta desenfrenadamente la cultura del dinero fácil.
De acuerdo con las situaciones descritas, ¿qué futuro le espera a la niñez y a la juventud de hoy? Es el momento para que la publicidad y los medios de comunicación replanteen sus anuncios y programaciones, a ver si se logra rescatar la población juvenil del caos al que se le ha conducido.
María Elsy Naranjo Valencia
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