¿Por qué tanta violencia?
Señor Director:
Cuando se conmemora el mil novecientos ochenta y cuatro aniversario de la muerte de Jesús, muchas personas, incluidos jerarcas de la Iglesia; al dirigirse a presentes y oyentes de las homilías; ceremonias que son el recordatorio de la Última Cena, la más sublime y santa manifestación de amor del Padre Misericordioso, hacia nosotros, hijos creados a su imagen y semejanza, momento en el cual se recuerda la herencia de la paz, preguntan: Si en Colombia hay tanto catolicismo; ¿por qué hay tanta violencia? La respuesta aparentemente complicada encierra componentes muy sencillos.
Hay mucho catolicismo; pero no hay cristianismo fiel, que cumpla con las enseñanzas auténticas de Jesucristo en su verdadera profundidad, quien manifestó a sus apóstoles antes de ascender al Reino del PAdre hace mil novecientos ochenta y cuatro años: La paz está con ustedes, mi paz os dejo, mi paz os doy. No obstante esta manifestación sincera dirigida a todo el mundo; la humanidad sigue siendo sorda y continúa atada a la tradición del Antiguo Testamento; cuyo sentido practicado, ordenado y transmitido por los sumos sacerdotes integrantes del Sanedrín y defendido por los Escribas y Fariseos, se fundamentaba en un poder omnipotente, castigador y vengativo con requerimiento de sacrificios y penitencias; no porque así fuera el pensamiento de Dios, sino porque así lo interpretaban e imponían los sumos sacerdotes explotadores de la inocencia, ingenuidad e ignorancia de los creyentes.
El Evangelio Revelado por el Padre y predicado y enseñado por Jesús, su único hijo ungido; colmado de Perdón, Amor, Misericordia y Bondad, sintetizado en el primer mandamiento: Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo; es rechazado como fue rechazado Jesús, razón por la cual lo asesinaron criminal y cínicamente habiendo pronunciado su último suspiro después de pronunciar sus dos últimas expresiones salidas de su corazón infinitamente amoroso: Todo está consumado y en Tus manos encomiendo mi espíritu, poco antes de las tres de la tarde del viernes 7 de abril del año treinta después de Jesucristo en sus florecientes treinta y tres años de edad.
Mil novecientos ochenta y cuatro años después se sigue practicando todo lo que él combatió y condenó hasta la muerte en la cruz: Sacrificios, penitencias, ayunos, diezmos, temor, lujos, ostentación, incautación.
La paz es la expresión de la felicidad interior de cada ser humano.
Cordialmente,
Tadeo Escalante
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