Recordando al exgobernador Marín Vargas
Señor Director:
Se estaba terminando la primera mitad de la década del sesenta del siglo veinte, cuando tuve la oportunidad, siendo aún muy joven, de conocer al entonces jefe liberal de Caldas, el doctor Ramón Marín Vargas, quien se desempeñó como Gobernador de Caldas en la segunda etapa del Frente Nacional próxima a expirar el siete de agosto, de 1966, fecha en la que llegó a la presidencia el doctor Carlos Lleras Restrepo. Fui recibido en el despacho del gobernador en referencia en mi condición de presidente del Concejo Municipal de Marulanda, mi tierra natal, para hacerle algunos planteamientos y solicitudes relacionadas con la administración de dicho municipio.
Fue un gobernador que se preocupó por defender los intereses generales del departamento, un auténtico demócrata que atendía con generosidad y eficiencia a los representantes de la provincia y fiel a su ideología política fue un celoso defensor de los intereses populares, y con igual respeto atendía y escuchaba a las comisiones del partido conservador en cumplimiento a los compromisos del gobierno bipartidista. Con ese mismo criterio supo administrar justicia en la magistratura y equitativo desde las altas posiciones que ocupó, excelente orientador del Partido Liberal como jefe indiscutido de la colectividad, maestro de maestros en la cátedra universitaria, en el periodismo como fundador y Director del periódico “La Mañana” desde donde orientaba y defendía en épocas difíciles los intereses de su partido y atacaba con moderación y elegancia a sus contradictores desde la tribuna pública con sus excelentes dotes de orador político.
El doctor Ramón Marín Vargas, practicó la política con nobleza, con altura, puesta siempre su mente en sublimes ideales ajenos en todo a las pequeñas triquiñuelas, a las jugadas bajas, a los procederes ruines. Como jurista fue un atinado defensor de las causas justas; nunca estuvo del lado de quienes pretendían lesionar el derecho, y al contrario libraba dentro de los expedientes las grandes batallas en defensa de la juridicidad; su ética profesional era axiomática, como lo dijera elegantemente su ex-secretario de Gobierno, Hernando Gómez Mejía, quien agregó que era forzoso su entendimiento con él para lograr la convivencia con otros sectores políticos.
En síntesis fue un ciudadano íntegro y valiente que entendía la política como una ciencia, como lo predicaba el filósofo, es decir, el arte de gobernar a los pueblos, medio de servicio a los semejantes, forma de defender las ideas que practicó y defendió con amor indeclinable. Muchas lecciones dejó a las nuevas generaciones y a sus hijos Carlos Eduardo, Álvaro y demás hermanos Marín Ocampo, a quienes hago llegar un saludo liberal y respetuoso.
Mario Amariles Ruiz
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015