El segundo período de Santos
Señor Director:
Una de mis últimas columnas en LA PATRIA fue curiosamente subrayada por un ciudadano en un ejemplar del diario que la Universidad Autónoma expone en su Biblioteca para sus lectores, con el término de “mamón” donde hacía una leve crítica al presidente Santos. Yo reitero si quienes aplaudieron su improvisado discurso en su segunda posesión lo harían como cómplices de su insalvable promeserismo o por tener sus mentes colonizadas por sus sofismas. Y es asimismo torpe e infantil señalar el movimiento “Centro Democrático” de Uribe de derecha y menos de ultraderecha, si estamos viendo que seguir privatizando la educación, las mejores empresas estatales, querer reducir la nómina de Minjusticia para entorpecerla más y entregarle nuestra soberanía a una dictadura radical como la de Nicaragua, sí son verdaderas medidas de ultraderecha. Para sortear suspicacias me permito ampliar mis humildes escarceos con lo que dijo El Colombiano de Medellín después de la reelección, el destacado columnista Saúl Hernández Bolívar: “Juan Manuel Santos nunca ha ganado una elección. Hace cuatro años llegó a la primera Magistratura con más de nueve millones de votos ajenos, propiedad del uribismo, o de la derecha, si alguien prefiere denominarlos así.
En esta ocasión, como si se tratara del extraño mundo de Subuso, Santos volvió a ganar con votos que no le pertenecen y que, para mayor paradoja, constituyen la oposición a quienes lo eligieron en el 2010. A Santos lo reeligió la mermelada y la fatua promesa de la paz, aspectos representados en el voto pagado y en el apoyo de la comparsa profariana que debió ponerse guantes de látex y tapabocas para depositar el voto. Y es que los votos no fueron votos sinceros, sino fruto de alianzas desesperadas para salvar la farsa de La Habana. Luego agrega: “Gustavo Petro dijo que “Santos está incapacitado para hacer la paz en Colombia”. Clara López decía: “Estoy convencida de que paz no pasa por la reelección del presidente Santos, todo lo contrario y agregaba que Santos estaba preparando un fraude jamás visto”. Y Claudia López afirmaba: “Santos ha sido una gran decepción... se entregó a la corrupción y a la politiquería para reelegirse... por ese camino no solo no es necesario sino es un obstáculo para la paz”. A renglón seguido agrega Hernández Bolívar: “Ahora, si en su primer periodo fue incapaz de llevar a cabo sus propuestas con una votación del 70 por ciento a su favor, ¿qué puede esperarse ahora con solo el 51 por ciento que está contaminado con personas que lo detestan? Es que la misma izquierda que llevó a Santos al poder, que le puso en Bogotá un millón de votos más que en primera vuelta, se declaró al mismo tiempo en oposición a su gobierno”. Así que, no valdrán salmos ni ditirambos resonantes para enderezar su “histórica reelección”, pues, ya lo había proclamado. El mismo que dizque reivindicaría el blasón de su tío-abuelo Eduardo, tal vez congelando el avance del país, como lo hizo su pariente con las progresistas transformaciones del progresista y ese sí estadista, Alfonso López Pumarejo.
Cordialmente,
Rogelio Marulanda
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