Democracia, el medio para la paz
Señor Director:
La historia de Colombia ha sido caracterizada por guerras y conflictos a causa, entre otras, de la intolerancia y ambición de quienes -estando en el poder- no permitieron que diferentes ideologías enriquecieran la discusión sobre las políticas internas, creyendo que su doctrina era la única vía para la realización de los fines del Estado.
La violencia tuvo entre sus devastadoras consecuencias, la restricción de las políticas estatales a la finalización del conflicto interno, y nuevamente, en las últimas elecciones, la discusión estuvo circunscrita a ello.
Claramente todos los colombianos están de acuerdo en la necesidad de la paz. Sin embargo, los resultados de los últimos comicios demuestran que no existe consenso absoluto en relación a los medios para conseguirla. Los candidatos, en búsqueda de sus votos, y haciendo uso de la máxima política según la cual la polarización es la mejor amiga de las encuestas, contribuyeron a dividir más aun los electores, tirando por la borda un gran logro conseguido en años anteriores: el rechazo de todos los colombianos frente a cualquier tipo de violencia.
Sin duda, el fin de una guerra militar es la victoria. No obstante, en el caso de nuestro conflicto, ¿será que la victoria consiste en acabar el "enemigo"? Respetuosamente no lo creo. La finalidad no puede ser otra que terminar esa terrible doctrina que cree que los derechos pueden reclamarse a cualquier costo y que la violencia está legitimada según la causa que la origina.
Evidentemente el diálogo es un gran instrumento para finalizar nuestro conflicto, quizás el mejor, pero tildar de guerrerista a quien no comulgue con los actuales diálogos de paz, donde día a día los victimarios de una nación pretenden indicarle la forma en que debe gobernarse, es un absurdo. Lo más grave de la campaña política fue haber tildado de enemigos de la paz a quienes no estuviesen de acuerdo con la forma en que se llevan dichos diálogos, olvidando que los causantes de que la paz no se haya materializado se encuentran actualmente sentados en Cuba.
La violencia no consiste únicamente en terminar vidas con un fusil en la mano, la intolerancia es otra de sus grandes causas. La paz no será un papel firmado, y no se alcanzará mientras los votantes asemejen las elecciones a un partido de fútbol, con un "marcador" de ganadores y perdedores; mientras la sociedad no entienda que la democracia es el respeto por la diferencia y el consenso obtenido a partir de ella. Quizás sea momento de preguntarnos si para hacer la paz con unos pocos, es necesario dividir una nación entera.
Felipe Zuluaga Gutiérrez
Estudiante de Derecho
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