¡Qué vacío!
Señor Director:
Los caficultores de trayectoria, aquellos que cultivaron con sudor amoroso las plantas productoras del grano, emblema nacional ante el mundo y que lucieron orgullosos el atuendo de los artistas del campo, símbolo del real paisaje cafetero; viven hoy la orfandad de mensajes formadores de conciencia con carisma humano enviados por el doctor Héctor Alarcón Correa (Q.E.P.D.) digno de admiración y respeto, conocido nacional y familiarmente como “Profesor Yarumo”.
Son testigos los medios de comunicación radiales, televisivos y gráficos; en donde fueron plasmados los contenidos suplicantes promotores de la defensa del suelo, de los recursos naturales y el medio ambiente como indispensable parte componente de la riqueza y calidad de vida de los honestos habitantes de la zona cafetera.
No fueron pocos los niños y coros escolares que cantaron, estimulados por conscientes promotores, los versos ecológicos pincelados de amor al planeta tierra, como si el pensamiento del profesor Yarumo anunciara las proximidades de los cambios climáticos y las depredaciones de las bondadosas y fértiles laderas que otrora fueron generosas produciendo riquezas, satisfacciones, alegría y calidad de vida.
Allá arriba en aquel alto,
Donde nace la quebrada,
Había un monte muy bonito
Y el agua nunca faltaba;
Pero un hombre irresponsable,
Tumbó el monte y lo quemó;
Ya no hay pájaros ni monte,
La quebrada se secó
Lamentablemente mientras el profesor Yarumo concentraba todas sus fuerzas, conocimiento y entusiasmo hacia la implementación de una producción sostenible en armonía entre hombre, planta y medio ambiente con el mensaje categórico de
El que siembra falda abajo
Y limpia con azadón,
Se le rueda la tierrita,
Se la lleva la erosión
Al otro lado de la misma institución se incrementaban los sistemas de cultivos irracionales ilusorios de alta tecnología, cuando no fue sino una intensa explotación en búsqueda de altas producciones a costa de la depredación del suelo y recursos naturales mediante la limpieza con herbicidas, con efectos erosionables peores que el azadón, destrucción de la riqueza microbiana, abuso de distancias cortas y eliminación total de árboles de sombrío incluidos los yarumos, sin consideración de la importancia y el significado.
El empobrecimiento de la fertilidad natural del suelo fue evidente y hoy a pesar del empleo de los costosos fertilizantes por parte de los que pueden, se tiene que convivir con bajas producciones de justificadas con el pretexto de las variaciones del clima. Es lógico entonces el impacto en las condiciones de vida de las familias de pequeños y medianos productores a los operarios y regiones productoras del grano.
La orfandad es paralela entre la ausencia del doctor Alarcón por decisión del Todopoderoso y la muerte de sus mensajes ecológicos, armoniosos y con visión sostenible por parte de los ambiciosos depredadores del medio para terminar en la nostálgica imagen del panorama cafetero.
Euclides Manrique
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