Poesía para todos
Señor Director:
Estoy convencido de que la gran mayoría de lectores del “Periódico de Casa” le agrada leer poesía.
El Madrigal es una composición poética breve, comúnmente en versos de siete sílabas (heptasílabos) y once sílabas (endecasílabos), conservando la brevedad.
Madrigal
Ojos claros, serenos.
Si de un dulce mirar sois alabados,
¿Por qué si me miráis, miráis airados?
Si cuando más piadosos
Más bellos parecéis a aquel que os mira,
No me miréis con ira,
Porque no parezcáis menos hermosos
¿Ay, tormentos rabiosos!
ojos claros, serenos,
Ya que así me miráis, miradme al menos.
Gutiérrez de Cetina (español)
Breve y hermoso poema
Y, el autor de estas palabras, ha escrito el breve poema, “Yo que libre nací”, en versos endecasílabos, publicado en uno de sus libros y leído en un acto cultural, realizado hace varios años en el Instituto de Cultura de Caldas, cuando era su Director el culto Carlos Arboleda González.
Yo que nací libre
Yo que libre nací como los vientos
y a ninguna cadena estoy atado,
tengo ahora y en fuertes ligamentos
mi corazón al tuyo encadenado.
Y es tan dulce mujer, tan deleitoso
de tal forma vivir a ti ligado
¡que soy libre a pesar de ser su esclavo
pues me siento en tu cárcel liberado!
Octavio Jaramillo Echeverri
Colombia y Dignidad Humana, caminos diferentes
Señor Director:
Un día cualquiera mientras recorría los pasillos de la facultad donde curso Derecho y relacionando mis conocimientos adquiridos en muchas de las materias, me preguntaba si la realidad social de mi país y el tan sonado principio de la Dignidad Humana, principio fundamental (Art. 1 C.N.) concordaban. La televisión y sus noticieros tenían la fama de engañar, pero la realidad esta vez les daba la razón.
Personas que a diario viven entre la ignorancia y la delincuencia o la guerra entre militares y grupos ilegales respectivamente, desproporcionado hacinamiento carcelario, centros penitenciarios con capacidad para 1.000 reos con 7.000, miles de colombianos sumidos en la tragedia del hambre, la drogadicción y la pobreza extrema, hambre desmesurada (dolor) que obliga a más de una familia a comer periódico y agua panela, compatriotas viviendo bajo puentes y alcantarillas, y peor aún la exagerada falla en los servicios prestados por el Estado (salud, educación, cultura, deporte y recreación). Ciudadanos que viven entre lágrimas y sangre, no precisamente de alegría y libertad, sino de desolación y guerra, éstas y otras problemáticas son las consecuencias que pondrían a llorar a cualquier hombre que ama con locura y desenfrenada pasión a su patria, y que estaría dispuesto a hacer cualquier cosa para que éste desastre humano no sucediera.
Simplemente estos hechos han sido causados por muchos años de abandono y deuda con la niñez y la juventud en cuanto a museos, bibliotecas, parques, hospitales y escenarios deportivos, esto ha desencadenado la delincuencia y drogadicción, situaciones en las que a diario se ven inmersos los jóvenes y niños que ven al Estado no como un amigo sino como a un monstruo, esto da cuenta que, “Las leyes en teoría construye, educan, sanan, garantizan, protegen, alimentan, en la práctica, parece ser todo lo contrario”, ¿Esto realmente es Dignidad Humana? ¿Será que ésta va de la mano con el Estado colombiano? No trato de apelar ni defender un estado de bienestar, pero quien no puede suplir estas necesidades debe ser atendido urgentemente, para que se evite ese gran error que ha costado tantos años de sangre corriendo por el Magdalena y el Cauca, primero castigo y luego oportunidades y prevención, error que hoy da por sentado que primero van las armas y luego las palabras, ¡vaya desacierto!
Es ilógico tener que comprometer algo tan valioso como la libertad de una persona, para que de todos modos tenerle que garantizar en el encierro salud, empleo, alimentación y hasta educación, pudiéndolo hacer desde afuera, evitando el dolor de un ser humano y de toda una familia, una vida en la cárcel es un talento dormido que tal vez muera para siempre. Acetaminofén no es suficiente para cimentar un país, no se puede ser miserable ante algo tan grande, que forma una sociedad sólida y que tiene como último fin, encontrar la felicidad.
Espero que llegue el día en que esto se entienda y salga Colombia de la oscuridad de la guerra y logre la paz que anhelan las víctimas, las tierras que necesitan los desplazados, los empleos que reclaman los desempleados, la comida que suplican los hambrientos y la verdadera Dignidad Humana que reclaman los pobres del extremo, para que con esto cada quien este en su lugar y que se paren los 60 años que nos han costado el estigma de la comunidad internacional, pero más aún que se deje de una vez por todas el conflicto entre iguales (colombianos), que seguro nadie ganará.
Kevin López Sánchez
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