El civismo en esencia
Señor Director:
Cien años de estar atenta al suceder de los manizaleños, de apoyar sus grandes y pequeñas causas, de impulsar sus mejores obras, de aportar los mejores consejos, de estimular sus más claras virtudes, en fin, de un constante medir el sentimiento cívico, hacen de la Sociedad de Mejoras Públicas de Manizales la más continua y ejemplar de las asociaciones que se han propuesto como meta el progreso de la ciudad. Bien hay que honrarla y honrarnos, celebrando este centenario con actos significativos durante todo el resto del año, rindiendo homenaje memorioso a algunas siquiera de las grandes personalidades que la crearon, que formaron parte o se relacionaron con ella, o que la antecedieron, recordando sus acciones en pro de la grandeza de la ciudad y del país.
Desde aquel 28 de junio de 1912, en el que los doctores Alfonso Robledo y Aquilino Villegas invitaron a su creación, concentrando las agrupaciones que venían de antes como la llamada Junta de Ornato y Embellecimiento y llamando a formarla a entusiastas y acatados voceros de la ciudad, la SMP ha apuntado a poner en alto los intereses de Manizales. El punto lo dieron sus convocadores. De herencia le venía el que en los primeros veinte años del siglo XX, no hubo idea cívica a la que no se vinculara Alfonso Robledo, hasta su ida para Bogotá, a la que le entregó la Quinta de Bolívar y de la que más tarde fue su alcalde. La vida, la prosa, la poesía, las construcciones, los planes y el civismo del periodista, el estadista, el cervantista académico de la lengua, el historiador, el proyectista, el banquero, el filántropo, que todo esto fue Robledo, exigen un ensayo que vaya más allá de las breves alusiones que de él he hecho en mis libros. Ya la estampa rotunda de Aquilino le prestó resonancia a mi voz en la fiesta centenaria del Departamento que lo tiene como su hombre símbolo. Y así, los fundadores de quienes hizo mención editorial de LA PATRIA, los que la han presidido en su añosa y fructífera actividad, los que en cualquier tiempo hicieron parte de ella, los que la Sociedad de Mejoras distinguió con la medalla cívica, los que dentro o fuera de su órbita, tuvieron allí el eco difusor para sus concepciones y la llama que les mantuvo encendida su fe manizaleña.
Recordemos al general Marcelino Arango que desde 1888 comenzó la campaña por el Departamento del Sur, con Manizales de capital; al historiador y médico José Tomás Henao; al general educador, gobernante y tratadista de agricultura que se llamó Jesús María Arias; al periodista, poeta, educador, Alfonso Villegas Arango, a quien, por si fuera poco, le habría bastado solo la paternidad de Silvio para haber encumbrado a la ciudad; al sociólogo, oncólogo, poeta y escritor Gustavo Mejía Jaramillo, que tuvo a Manizales y al mundo bajo su lente; al más médico, al más sabio, al más ejemplar, al más universal, un renacentista del que Antioquia ha publicado los libros que nosotros hemos querido ignorar: Emilio Robledo, a estos sumemos el magisterio cívico del magistrado Antonio Arango, la acuciosidad de don Luis Londoño, el cronista historiador, el desprendimiento de un científico e impulsor de empresas como el doctor Juan Antonio Toro, la concepción cristiana del capital de don Manuel Piedrahíta, o la energía de un ingeniero de realidades como Arturo Montes Sáenz.
En fin. De este extenso mosaico de servidores, un patriciado modelo de estimulante dinamismo y desinteresada entrega, puede formarse una galería de devoción ciudadana, de la que solo me ceñí a una docena de nombres, de más de un centenar de pariguales méritos, porque ellos y muchos otros, interpretaron el alma de la ciudad.
Sea propicio este centenario de la Sociedad de Mejoras Públicas para resaltar la persistente existencia de su órgano de expresión, la revista Civismo, que se ha constituido desde su primer número en una especie de álbum de Manizales, de su ser y de su devenir, en el que proyectos, esfuerzos, obras, hombres y situaciones, todo lo entrañable de la ciudad, lo significativo en lo social, en lo material, en lo espiritual, en lo humano, ha sido registrado allí en forma profusamente gráfica o con atinados comentarios. Fotografías, ilustraciones, dibujos, caricaturas, cuentos, poemas, cortos ensayos, notas y apuntes, muchas veces visionarios, hacen su colección invaluable para la historia y el orgullo manizaleño. Una antología de sus mejores textos y gráficas, hecha con vigor y conocimiento, daría para el diálogo de “dos épocas”, o de varias, como el de la farsa humorística de Luis Donoso, don Roberto Londoño Villegas, secretario muchos años de la SMP y quien como director de Civismo, le dio altura, calidad y prestigio a la publicación. Si a su obra literaria, la de antes de su seudónimo famoso y la que lo consagró con el ingenio de sus versos, tuve ocasión de revivirla en pasada Feria Internacional del Libro, en Bogotá, a las tareas de Londoño Villegas en el 75 aniversario de la ciudad, en el municipio como alcalde encargado, en la misma Sociedad de Mejoras, les hace falta un desglose que subraye la diligencia y el talento dedicados a las causas comunes de los manizaleños.
Cada grupo humano tiene una expresión propia de su espíritu cívico. Si rastreamos (en el sentido foucaultiano) su genealogía a través de estos cien años, aprehenderemos su esencia.
Les estrecha la mano,
Hernando Salazar Patiño
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