Por cosas de la vida terminé viviendo un año en Pensilvania Caldas, como era de esperarse no había salas de cine, por lo tanto la población no es significante para las estadísticas de cuántos vamos a cine. Estas 27 mil personas estaban en el grupo de los que no van y no es su culpa, simplemente no tienen como hacerlo sin viajar cinco horas a la sala más cercana; tampoco hay video-tiendas o alquileres confiables donde se puedan adquirir para verlas juiciosamente en la casa. Hasta acá es normal, eso pasa en casi todos los municipios que no son capital de departamento; incluso en muchas capitales. El cuento es que encontré mucha gente apasionada por el cine; en ese momento no había cineclubes pero la gente hablaba con mucha propiedad de películas, directores, tendencias, y así estuviera en desacuerdo con muchas de sus opiniones, las discusiones con esos grupos de personas siempre eran gratificantes y educativas, (les cuento esto para decir que ir a las salas no es significante para el cine como tal); ellos se las arreglan para conseguir los filmes que quieren ver y no precisamente los que están en cartelera, las ven, las intercambian y las socializan hasta acá todo algo ‘normal’. (Anoto que no veo nada de ilegalidad en una pasión por un arte que por la dinámica misma de la sociedad no es tan democrático como quiere parecer).
Bueno el cuento es que este mismo grupo de ‘locos’ terminaron inventándose el Festival de Cine de Pensilvania, algo que en principio entendí como una disculpa para que amigos se encontraran en una fecha donde cualquier excusa siempre es buena para compartir y celebrar (se desarrolla siempre en la semana entre el 24 y el 31 de diciembre); y bueno sí, la cosa pudo empezar así, pero se les creció el enano, empezaron en el 2008 con una prueba y este año ya es la sexta versión.
Y es que uno se pone a analizar y a primera vista no se entiende por qué creció tanto, miremos: llegar a Pensilvania no es fácil, la carretera es complicada y queda lejos de Manizales, casi 5 horas si le va bien; la fecha es lo mejor para los oriundos que vuelven a sus tierras, sus hijos siempre llegan de todos lados, pero ¿y los demás?, pues los que no somos de allá también tenemos familias y también tenemos ganas de estar en nuestros terruños, sobretodo en fechas tan familiares. Pero no es así, el pueblo se llena de gente que no es de allá, los foráneos empiezan a llegar de todos lados, parecen duendes que salen de los bosques que rodean al municipio y lo invaden lentamente. Obvio no estoy hablando de una horda asesina, hablo de un grupo de gente que es apasionada por un tema y que empieza a conjugar, todo lo que el pueblo devela mientras uno camina sus calles y habla con su gente, con el cine, con lo audiovisual, con la fotografía.
Allá no pasa nada milagroso, al contrario es puro trabajo de carpintería, charlas entre conocedores, muestras de trabajos cortos que resaltan el patrimonio, experiencias contadas desde el hacer diario, todo muy normal en un grupo que vive en torno al cine. Pero digo que es carpintería por el trabajo con los niños, siempre hay muchas actividades enfocadas a ellos, talleres, conversatorios, caminatas. Los pequeños hablan con propiedad de cine y eso asusta, confrontan a los grandes y eso asusta más, pero qué gratificante verlos con cámaras, editando, dibujando. Puede que no salgan cineastas o sí, no importa, lo que importa es que cambia la dinámica de una sociedad que de por sí es complicada, que ha vivido el conflicto en carne propia, que a veces ve nublado el futuro; pero por unos días el cine es una disculpa y una fiesta.
Al final estos ‘locos’ que iniciaron con esto ya no tienen nada que hacer, se les salió de las manos y el festival ya hace parte de Pensilvania. Y sí, sin ser organizador, sabiendo que todas las actividades son gratis, entendiendo lo difícil de la fecha y la topografía, me tomo el atrevimiento de invitarlos, a todos, a que vayan y disfruten de cine, de un buen café, de una fiesta total, pero sobretodo de la compañía de personas que con cada palabra, entre charla y charla, dan una lección. Es del 26 al 29 de diciembre. Invitadísimos.
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