Es tan corta la palabra PAZ, que pareciera que es muy fácil de lograr cuando se ignora que el imperio de la guerra tiene sus estrategias letales distribuidas por todos los puntos cardinales.
La paz, es un anhelo personal y colectivo, pero también una gran utopía cuando hay tanta disimilitud y heterogeneidad frente a algo tan trascendental y que depende exclusivamente de las actitudes de los seres humanos. Todos, hablamos y escuchamos hablar de la paz, pero la ignoramos casi por completo y más en un país tan rico y tan feraz en este tipo de experiencias como parte esencial de su vida por muchos años, casi terminamos aceptándola” como algo normal”.
Todo parece indicar que la costumbre de convivir con el mal, se va volviendo una mala costumbre difícil de superar. Todos hablamos y deseamos la paz, pero poco o nada hacemos para que sea una realidad.. En esa línea de pensamiento, surgen los ideólogos y doctrinarios guerreristas que subterráneamente atizan el fuego de la discordia, de la envidia, de poner su empeño a favor de quienes no comparten un sentimiento civilista de construir una sociedad para la paz. Sus posturas beligerantes, nos inducen a pensar, quizás equivocadamente, que ellos viven en otros lugares en los cuales es más rentable la guerra que la paz. En posiciones tan polarizadas, la paz se va volviendo en algo etéreo, en algo abstracto, en una realidad intangible, casi en un ente de razón.
No faltan los filósofos que manejan las humanidades desde otras visiones contradictorias cuando manifiesta que el equilibrio está en el choque de posiciones extremas. La dialéctica de la guerra conduce a la dialéctica de la paz. Asimismo, agregan, para que haya paz, tiene que existir la guerra.
Si este razonamiento, resultare cierto como dinámica que mueve a una sociedad a buscar lo mejor, pues entonces, ya es tiempo que del seno de la guerra, nazca la paz. Algunos otros teóricos, quizás más analistas, con su aguzada capacidad para interpretar los fenómenos sociales, no tienen cortapisas para enfocar otro perfil cuestionando al ser humano por ser él, la semilla de la paz o de la guerra. Algo de mucho tiene este planteamiento si confrontamos la historia a la luz del comportamiento del ser humano, cuando la guerra y la paz han salido y vivido desde su interior como algo innato e intrínseco de su naturaleza generalmente por las ambiciones de poder. Pero, también sabemos que el hombre como tal, en medio del fragor y su vehemencia ( léase demencia ), también ha acuñado frases lapidarias como: “si amas la paz, prepárate para la guerra".
Es posible que la guerra le traiga prosperidad y dividendos llenos de sangre a algunas personas que deberían unirse al combo de quienes consideramos que como hermanos colombianos, sí es mejor y más rentable vivir bajo el manto protector de la paz. Otros pensadores estamos de acuerdo que es el ser humano en particular o en colectivo, el responsable de la guerra o de la paz la paz, nace en el interior del corazón humano, en el interior d nuestras conciencias y su hábitat natural, es la sociedad.
Cómo veríamos los colombianos más vulnerables, que aterrizara la paz para proteger a los soldados y guerrilleros, hijos del pueblo, quienes son las víctimas primarias haciéndoles creer que son enemigos y que la vida hay que dejarla en medio del combate irreflexivo e irracional en donde las balas son las que sobreviven después de acabar con la vida de inocentes y humildes colombianos. Cómo veríamos los colombianos de bien, tener la oportunidad de vivir la tranquilidad, no en los sepulcros como muertos, sino la tranquilidad y la paz como seres vivos.
Que los colombianos, como hermanos,
construyamos la paz con la vida
y no la guerra con la muerte.
Que construyamos en sus alas
un hermoso edificio de la paz
para adornarlo con coronas de amor
y no con fétidas coronas de muerte.
Para que la voz de las ametralladoras
no siembre muertos matando la vida
y que nuestra tierra sea un jardín de paz
y no un cementerio se sepulcros.
Para que quienes fabrican la guerra
Puedan dormir tranquilos en sus tumbas
con epitafios de perdón y reconocimiento
como hacedores de paz entre los vivos.
PAZ EN LA TIERRA
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