Mientras algunos vemos con reserva y desconfianza el proceso de paz que adelanta el gobierno Colombiano con la guerrilla de las FARC-EP, el desequilibrio que sufre el mundo al respecto es vergonzoso; escandaliza ver como miles de cristianos deben salir despavoridos de sus ciudades porque el estado Islámico de Irak los sentencia a convertirse o a morir; no muy lejos, estremece como Israel, el pueblo elegido, ordena un ataque en contra del grupo revolucionario Hamas, en la franja de Gaza, sin importar que con sus bombardeos muera población civil palestina.
Al respecto de este último conflicto histórico, hace unos días comenté con un grupo de amigos el dolor que produce este genocidio, ellos me pidieron que los contextualizara porque conocían poco sobre el tema, sin ser un experto, explicaba lo que sabía de la shoah (el holocausto), el movimiento sionista, la constitución del estado de Israel y las raíces del conflicto entre Israel y Palestina, para mi sorpresa los rostros de mis contertulios estaban aterrados y no porque comprendiesen la gravedad de la situación si no porque con sinceridad reconocieron que no habían entendido nada de lo que les había explicado, aun me pregunto, si fue incapacidad mía para hacerme entender o es que realmente la indiferencia hace parte de nuestro ADN cultural, puede ser que anestesiados por lo que hemos vivido en las últimas décadas en nuestro país hace que los otros no nos duelan, puede ser que es más que suficiente soportar nuestros muertos como para interesarnos por los otros, puede ser que pensemos que poco o nada podemos hacer o lo que es peor, decidimos ignorar abrasados por nuestra comodidad, es evidente que existe un silencio informativo al respecto, que el padrinazgo de los Estados Unidos a Israel hace que la información nos llegue sesgada o que creamos que es una guerra entre iguales, leo que ya van casi 2.000 muertos palestinos y 10.000 heridos mientras que judíos muertos no son más de 100.
Este año tuve la oportunidad de visitar las tumba de los Patriarcas del Antiguo Testamento, en la ciudad de Hebrón, al sudoeste de Cisjordania, es un centro espiritual compartido tanto por musulmanes como por judíos, como una casa dividida a la mitad se encuentra una mezquita como una sinagoga, al terminar la visita antes de abordar el autobús un niño palestino que no superaba los 10 años se acercó a pedir monedas, los soldados judíos se lo impidieron, el infante se resistía, parecía no atemorizarlo ni la fuerza, ni las armas de los militares, el muchacho era indiferente a sus amenazas, tanto que fue necesario que dos uniformados lo obligaran a alejarse de los peregrinos, ninguno de nosotros dijo nada, seguramente por físico miedo, por cobardía, por estar interesados en salvar nuestro pellejo y porque seguramente la violencia de uno u otro modo nos paraliza. Lo que sí es real es que mientras nuestra insensibilidad cunda, poco sirve que construyamos paz en nuestro país olvidando que somos ciudadanos del mundo.
Mientras la comunidad internacional calla, tú y yo algo sí podemos hacer. #prayforpeace
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