Alguna vez había visto en La 23 a quien llamaban Cascarita o El capitán Titanic. Desconociendo su historia, asumí que era alguien que se creía Don Quijote, cosa que no me pareció para nada absurda.
Una vez murió, el pasado 23 de enero, supe por medio de La Patria (http://tinyurl.com/a28c6t8) quién había sido realmente Mario Correa Arango. Los comentarios a la noticia fueron, en su mayoría, benévolos, a excepción de uno, el de Felipe Arboleda, un usuario de Facebook que escribió escuetamente: “Un marginal menos…”.
Digo que no fue benévolo porque, a pesar de decir la verdad (Cascarita fue un marginal), se notó un dejo despectivo: un marginal, un desechable, un cero a la izquierda para la sociedad, alguien que no aporta, un parásito. Me disculpará el señor Felipe si no quiso decir nada de eso, pero así se entendió, y por eso los demás comentaristas se le fueron encima.
Noto un ingrediente más en sus tres palabras y sus puntos suspensivos: ¿Quiénes son, entonces, los no marginales?
Quizá no tengamos una definición precisa, pero al alzar la cabeza y observar un tanto a nuestro alrededor nos hacemos una idea: no te margines, cambia de ropa; no te margines: si tu hijo nace niño, vístelo de azul; si nace niña, de rosado. No te margines, adolescente, escucha Tropicana. No te margines, niña, camina erguida, sé femenina. No te margines, di que Juanes “es una chimba”. No te margines, péinate. No te margines, cuidado te juntas con esos raros. No te margines, hay que rumbear en El Cable. No te margines, aprende a bailar. No te margines, “estudia para ser alguien en la vida”. No te margines, aprende inglés. No te margines, termina la universidad. No te margines, sigue con la maestría. No te margines, ¿ya pensaste en el doctorado? No te margines, compra un smartphone. No te margines, cambia tu smartphone. No te margines, tienes que irte de esta ciudad para proyectarte. No te margines, ponte corbata. No te margines, alcanza el éxito. No te margines, lustra los zapatos. No te margines, hay que votar, así sea en blanco. No te margines: a los 28, si no tienes pareja, se te está haciendo tarde. No te margines, ten un hijo. No te margines, trabaja. No te margines, come callado. No te margines, así es la vida, esa es la vida.
Por eso quienes se salen de las márgenes, quienes terminan contraviniendo el estereotipo de vida dominante, sea por decisión propia o impulsados por fuerzas más recias que su voluntad (como parece ser el caso de Cascarita), quienes lo hacen, digo, terminan satanizados, los vemos a través de unos lentes que los enrarecen, desconfiamos de ellos o, simplemente, los insultamos.
Y nosotros, aquí, nos justificamos resignadamente como aquel hombre rico de la genial película Los edukadores (de la que dejo el enlace de un fragmento http://tinyurl.com/bc5v9hm): “Somos parte del sistema, pero no hicimos las reglas”.
No esperemos de ellos, de los marginados, más que una respuesta con ira, por nuestra ceguedad testaruda y nuestro conformismo: “ustedes no inventaron las armas, pero las disparan”.
Nos hablamos en @chernandezoso.
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